SAN LUIS - Viernes 17 de Mayo de 2024

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Juliana Menéndez vuela a Perú

Por redacción
| 04 de junio de 2015
A los 12 años, en el 2002, le pedía a su papá que quería correr, iba a séptimo grado

Juliana Menéndez vive un 2015 soñado. Consolidada en su vida personal, se recibió a finales de 2014 de abogada, y con la madurez que representan los 25 años de edad y los 13 que lleva en el mundo del atletismo, anteayer recibió la notificación de la Confederación Argentina para el Sudamericano de Lima, Perú, que se realizará del 12 al 14 de junio.

 


Juli integrará el equipo albiceleste en las postas 4x100 y 4x400 metros. Junto a Noelia  Martínez (Córdoba), Ayelén Diogo (Chubut) y Valeria Barón (Misiones) compartirá la 4x400. Y en la 4x100, con el mejor registro del equipo en poder de la puntana, Menéndez estará junto a Martínez, Diogo y Victoria Woodward (Córdoba).

 


“Estoy muy contenta, la verdad que lo esperaba, habíamos entrenado un montón para esto, sabíamos que era difícil pero las marcas estaban”, dice Juliana en diálogo con El Diario de la República. Y asume nuevos desafíos: “Creo que puedo dar un poco más, me agarra en un momento bárbaro, tanto en lo profesional como en lo familiar y afectivo, de regreso del Sudamericano me pondré de cabeza a trabajar en abogacía, pero voy a seguir fortaleciendo el atletismo”.

 


Juliana tuvo dos abandonos deportivos. Seis meses en 2008, cuando no tenía claro dónde enfocarse;  y el más largo fue de 2009 a 2014. Sucedió tras clasificar para los Odesur de Colombia. Regresó lesionada, con una fascitis plantar: “Me costó recuperarme, dije ‘dejo y me decido a la facultad’. Dejé para no volver, después me empezaron las ganas de entrenar y luego las ganas de competir, pero no pensé que iba a mejorar las marcas”, comenta Menéndez, quien este año destrozó los cronómetros.

 


Lo que le sucede tiene una explicación: “Es un cúmulo de cosas, entrené como nunca antes, más la madurez de la edad que hace que no sufra las presiones al tiempo de correr, todo lo contrario, me encanta correr y me hace feliz, incluso en el entrenamiento que es durísimo, pero es la base para mejorar el rendimiento.”.

 


Hay semanas, como éstas camino al Sudamericano, que son “más fáciles, porque ya ajusto todo para la competencia, pero hay otras de doble turno, muy cansadoras, que incluso me llevaron a vómitos y a llorar mucho”, dice Juliana y asimila que Jorge Niño, su entrenador, es “como mi segundo padre. Le debo muchísimo en todos los aspectos; en la formación como persona, desde la contracción al trabajo, el orden, la alimentación, todo se planifica. Soy enferma de la planificación y eso lo tomé de él, que prepara todo con enorme dedicación”.

 


Juliana se levanta a las 7:30, desayuna y a las 9 ya está en el entrenamiento, hasta las 12. Pueden ser pesas y saltos, entre otras rutinas. Almuerzo, una siesta y de 16:30 a 18:30 trabajo de pista en la tierra del Ejército Argentino (San Luis todavía no tiene una pista de atletismo): pasadas, dependiendo de la intensidad, pueden ser extensivas a razón de 20 de 200 metros, o menos pero más exigentes, por ejemplo 16 pasadas de 50 metros, como sucedió la semana pasada. “No se repiten los entrenamientos, son siempre diferentes”, remarca Juli.

 


Con la cabeza en el Sudamericano, siente que “sería un sueño que podamos hacer el récord en relevo 4x400" —el mejor registro fue en 2004 en Río de janeiro—. Hoy parte a Uruguay, junto a su entrenador, y en Montevideo correrá 100, 200 y 400 metros, como parámetro para el Sudamericano. A Perú volará el miércoles.

 


“A los 12 años, en el 2002, le pedí a mi papá que quería correr, iba a séptimo grado. Él se contactó con Jorge (Niño) y empecé a entrenar en el Ave Fénix. Me encantaba correr en los recreos, más que nada por eso empecé a correr”, rememora Juli, hoy en la antesala de una experiencia Sudamericana.

 


Será la única atleta de la provincia en el seleccionado. “Es una enorme satisfacción, mis compañeros de atletismo se pusieron muy contentos, me felicitaron, todos están felices, yo también”.

 


“La Juli” sonríe y corre en el recreo de la escuela en el juego de la mancha. Escucha el timbre para volver a clases y entra al aula sin que nadie la pueda alcanzar…

 


Juliana sonríe y corre, ahora va vestida de celeste y blanco, y cruza la línea de meta en los 100 metros. Llega antes que todas.

 


Poco y nada cambió en trece años… corre y es feliz.

 


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