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“Con todo lo que me han hecho, ni me importa dónde está Abel”, dijo la ex

Por redacción
| 15 de junio de 2015
Pellegrini y Besso. Los bomberos de "El Fortín" taladraron el piso, bajo la supervisión del juez.

¿Cómo le va vecino?”, le preguntó Alejandra Espinosa a un hombre que pasó frente a su casa, mientras ella hablaba con el periodista en la vereda. “Bien”, le respondió él y levantando el mentón en dirección hacia el patio de la vivienda de la mujer le preguntó: “¿Qué están haciendo? ¿qué es ese ruido?”. Calma y con los brazos cruzados, ella contestó: “No sé, se ve que están por encontrar el cuerpo…”, y se le dibujó una sonrisa. La ex de Abel Ortiz, el hombre que mañana cumplirá nueve meses sin dar señales de vida, se refería a los bomberos y policías que, bajo la orden del juez que investiga la desaparición de su ex pareja, le perforaban los pisos del patio y la cochera. Todo tras una supuesta anomalía que había revelado un estudio hecho sobre esa superficie, con una máquina especializada en detectar objetos enterrados. Un trabajo de casi seis horas, en el que lo único que pudieron descubrir de entre los escombros fueron los huesos de un animal y un pozo ciego que había sido clausurado.

 


Pero tras ese comentario irónico, la mujer de 38 años dejó en claro lo cansada que está de pasar por situaciones como la del sábado. “Es el octavo allanamiento que me hacen. No te imaginás cómo me han perjudicado con esto. Yo también tengo familia. Hoy tuve que sacar a mi hijo de diez años para que no viera que estaban cavando, para que no viera que la Policía buscaba un cadáver en la casa de su mamá”, expresó cargada de bronca.

 


Alejandra insistió en darle la nota a El Diario antes de que los investigadores terminaran con las perforaciones. “Quiero hablar ahora para decirles desde ya a los que están ahí, rompiendo el piso de mi casa, que no van a encontrar nada, porque no hay nada. Las ocho veces que vinieron acá no hallaron nada, la revisaron con luminol (un reactivo utilizado para detectar la presencia de sangre), me secuestraron los dos autos y no encontraron nada, ni un indicio de que yo le haya hecho algo a Abel”, manifestó.

 


Para ella está muy claro. Sostiene que la causa se ha politizado a tal punto de culpar al que sea. “Está todo dirigido. Porque el gobernador Claudio Poggi salió a decir ‘caiga quien caiga’ y no es así. Uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Perejiles hay un montón y yo no voy a ser el perejil de nadie”, remarcó.

 


La peluquera cargó más todavía contra el juez Contravencional y Correccional, Santiago Ortiz, quien lleva adelante la causa. "Yo no sé si él estudió por correo o qué. Porque es  redondo, pero tiene la cabeza cuadrada. Siempre está estancado en el mismo lugar. No rueda, es cuadrado", expresó.

 


"A esta altura, con todo el daño moral, las injurias y calumnias que me han hecho pasar a mí y a mi familia, no sé y ni me importa dónde está Abel", dijo cuándo le preguntaron sobre qué cree que le sucedió al hombre de 31 años. "Lo que sí sé es que donde sea que esté se está muriendo de hambre, porque cuando vivía conmigo no trabajaba, no hacía nada, estaba todo el día echado. Yo venía a la noche de trabajar y tenía que darle de comer, todo. Era un vago, un mantenido", agregó enfurecida. "Si supiera dónde está yo misma iría y lo traería de los pelos, por todos los problemas que me ha hecho pasar", subrayó.

 


El testigo que nadie voltea a ver

 


Para una fuente adentrada en la investigación, desde el "vamos" las excavaciones que hicieron el sábado no tenían caso. "El vago (Abel) no está acá. Si está muerto, no está acá", dijo antes de que finalizaran las perforaciones.

 


Respalda esa hipótesis con el relato que un testigo, vecino de Espinosa, dio ante el juez Contravencional y Correccional, al que evidentemente no le han dado la importancia que merece. El testigo habría declarado que la noche de la desaparición, entre la una y las tres de la mañana, vio cuando dos hombres sacaban a Ortiz de lo de su ex y lo metían a un Ford Focus verde.

 


En esa línea, el informante estima que "la Espinosa discutió con el vago. Ella le pegó y, como vio que se le fue la mano, llamó a otro para se encargara de todo. O sea, para que le hiciera toda la logística de hacerlo desaparecer".

 


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