SAN LUIS - Jueves 09 de Mayo de 2024

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Un nuevo pueblo en un sitio con mucha historia

Por redacción
| 14 de junio de 2015

La población de San Luis crece año a año. Los índices intercensales así lo atestiguan. En diez años (período 2001-2010), más de 64 mil personas eligieron la provincia para radicarse y departamentos como Junín (42,7%), Pueyrredón (20,9%) y Pedernera (13,6%) vieron cómo se incrementaban sus ciudades con gente atraída por las posibilidades de explotación turística, la infraestructura que ofrece San Luis o simplemente porque buscan un sitio tranquilo para seguir con su vida.

 


Con este contexto favorable, dos empresarios audaces, un productor agropecuario y un abogado, unieron esfuerzos y trazaron un plan ambicioso: crear un pueblo en el cual cobijar tanta avidez por sumarse al fenómeno puntano. “Tenemos la tierra y las posibilidades naturales como para levantar lo que se conoce en el mundo como ‘slow town’, que en inglés significa ‘pueblo lento’ o ‘pueblo tranquilo’. Porque la idea es esa, que los que eligen este lugar lo hagan por su paz, su silencio y su seguridad”, adelanta Jorge Robiolo, un letrado rosarino que supo dirigir el diario La Capital de su ciudad y ahora se especializa en el armado de proyectos inmobiliarios.

 


Su socio es Eduardo Court, un hombre de Buena Esperanza, dueño de campos y lotes de hacienda, quien es la pata clave del proyecto, ya que la tierra donde piensan levantar el nuevo pueblo son suyas y están ubicadas al cobijo de El Morro, en un rincón paradisíaco alejado del ruido. Se llama Estancia ‘La Morena’, un nombre que ya venía de antes de su inversión. “Compré este campo hace 15 años, me gustó la ubicación y las posibilidades de desarrollo, hay mucha agua, buenas pasturas. Lo que no imaginé era poder desarrollar este proyecto, pero Jorge me fue entusiasmando con la idea y acá estamos, dispuestos a lanzarnos en la próxima primavera”, cuenta Court.

 


Robiolo y Court se conocieron hace cuatro años y no fue justamente un encuentro amistoso al principio. “Eduardo estaba reclamando el pago de unos arrendamientos y yo defendía al moroso. Tuvimos discusiones fuertes por ese tema, pero después el tiempo pasó, el juicio se resolvió y él me invitó a conocer su campo en El Morro. Vine con la familia y empezó a crecer la amistad”, recuerda Jorge, quien es mucho más verborrágico, un típico abogado y hombre de negocios.

 


El proyecto, que todavía no tiene nombre porque están trabajando con la provincia para ver de qué manera puede aportar infraestructura básica para los servicios de agua y electricidad a cambio del resguardo del monte nativo, se desarrollaría sobre 1.200 hectáreas de las 3.321 que tiene La Morena. “Sería por etapas, una primera que denominaremos ‘socios pioneros’, con facilidades para quienes adquieran esos lotes, y una segunda para terminar de conformar el pueblo. Allí queremos incorporar vecinos que manejen distintos oficios, como por ejemplo un herrero, un cerrajero o un maestro mayor de obras. También todo lo vinculado a los alimentos, la salud, la educación, el arte, la cultura y el deporte. Para que no haya necesidad de ir a Villa Mercedes, que es la ciudad más cercana a 50 kilómetros, sino que todo esté a disposición en el pueblo”, agrega Robiolo.

 


La Morena es un campo de forma trapezoidal, con tres grandes sectores. La Olla, al norte, es la parte más elevada (1.400 metros sobre el nivel del mar), la Falda está en el centro y dominada por una gran pendiente y el Sur tiene una altura de unos mil metros sobre el nivel del mar. La estancia conserva su casco original y tiene asociadas casas de menores dimensiones con distintos estados de conservación. Incluso las más abandonadas denotan la fortaleza de la construcción, con gruesas paredes de pirca, que los inversores piensan mantener para hacer un reciclado general.

 


En algún momento se barajó hacer de toda esta extensión una reserva natural al estilo de Las Higueritas, que está ubicada en Luján. Condiciones no faltan, buena tierra, flora y fauna silvestre y hasta cóndores que sobrevuelan todo el tiempo. “Hoy debe haber unos 80, de aquí largan los que rescatan de algún cautiverio”, comenta Court, quien tiene planes para aprovechar la energía natural que provee el viento a través de la instalación de molinos. Ya cuentan con pantallas solares en varias dependencias de la estancia.

 


Una de las claves es el estanque artificial que se abastece de agua de un arroyo que desciende de la Olla. En estos momentos está vacío porque fue restaurado el fondo, que tenía algunas filtraciones, pero es un reservorio muy importante en un sitio de descarga de vertientes que, según el dueño, “tiene agua para diez generaciones”.

 


Los estudios realizados arrojaron que es agua mineral sin sodio y además el ciclo de lluvias es generoso, de unos mil milímetros anuales en los años húmedos como el que se está desarrollando. El campo tiene acceso directo a la olla de El Morro, adonde se pueden organizar excursiones.

 


“Lo mejor que tiene El Morro es que está dentro del triángulo que conforman las tres ciudades más grandes de San Luis: la capital, Villa Mercedes y Merlo”, destaca Robiolo, quien es un enamorado de la infraestructura que tiene la provincia, con sus autopistas (por el pueblo pasa la 55) y la red de conectividad. Está convencido que en poco tiempo más la provincia asfaltará la ruta provincial 17, que es la que se interna desde la esquina de la iglesia hacia el establecimiento y termina en Esquina, ya en el límite con Córdoba. “Sería la frutilla del postre, porque hoy también se accede fácilmente desde Río Cuarto por la ruta 10, pasando por La Punilla”, agrega.

 


La ubicación del nuevo proyecto urbanístico sería en los potreros del sur de La Morena, en el área de menor elevación, cerca de la base del cerro que domina todo el paisaje. “Está todo pensado para mantener las características naturales del lugar, hay que compatibilizar la explotación turística con los recursos ambientales, sería respetar a menor escala lo que propuso Alberto Rodríguez Saá con su Tratado de Paz entre progreso y medio ambiente”, dice el inversor rosarino.

 


El loteo tendría dos partes bien diferenciadas. Un núcleo urbano pequeño de mayor densidad en el área de lo que será un centro cívico, con parcelas no muy grandes (12 x 30, 360 metros cuadrados) y construcciones que recreen la antigua colonia, regidas por un reglamento estricto que respete las características de la zona: muros de piedra o ladrillos revocados, techos livianos, aberturas de madera, detalles de hierro, entre otras cosas. Y la otra sería un sector con lotes de mayores dimensiones (20 x 50, 1.000 metros cuadrados), con las líneas adecuadas a un barrio residencial abierto.

 


Las bondades de la tierra les permitirán a los vecinos tener huertas familiares. El ejemplo lo da el propio Court, con varias parcelas pobladas de tomates, lechuga, legumbres y aromáticas, cuidadas por un certero sistema de riego.

 


“Queremos una vuelta a la historia de esta zona, desde lo edificable hasta las costumbres, con tecnología sí, pero recreando aquel pueblo colonial del siglo XVIII. Es importante no perder la identidad natural,  por eso todas las actividades serán sustentables y deberán dar sensación de tranquilidad. Un pueblo detenido en el tiempo en aspectos básicos, con la comodidad de la vida moderna”, imagina Robiolo.

 


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