El líder de “Notevagustar” recordó las primeras visitas a San Luis antes del esperado show

En la gira “Viajando sin espada", desde el colectivo de “Notevagustar” la ruta semivacía no prometía señal de celular. En una parada en el camino, los uruguayos bajaron para hacer lo suyo y estirarse en una estación de servicio mientras Emiliano Brancciari pudo, al fin, conversar con Etc sobre su visita a San Luis, una ciudad donde crecieron desde los bares a llenar anfiteatros. Este viernes a las 19 los espera un nuevo recital en el Anfiteatro Ave Fénix de Juana Koslay.

— ¿Cómo ves esa evolución?

—Con mucha felicidad, siempre creciendo. Es muy bueno porque tocábamos un martes o un miércoles en un bar y la pasamos bien y gracias al boca a boca se fue llenando y ahora disfrutamos de esto. Ya tocamos en el anfiteatro, así que la pasamos bien: como si fuera la primera vez.

—¿Salir a la ruta es recargar energías con el calor de la gente?

—La verdad que sí, es encontrarnos con amigos también y más cuando llegamos a un lugar donde nos quieren mucho como San Luis. Eso nos llena, es un mimo: lo más lindo es tocar para la gente en su lugar.

—¿Cómo repercuten en la banda las descargas digitales?

—Nos rinde mientras la gente nos escuche, hacemos el disco físico y apostamos a él pero cualquier forma de escuchar música es lícita, lo que queremos es llegar a muchos lugares y que nos vayan a ver tocar. Nos adaptamos en nuestra manera de ver al mundo porque nos interesa tocar, entonces hay que adaptarse a todas las formas.

—Sin dejar de lado el disco como fetiche, han sacado con formato libro, dvds en vivo, el documental ¿cómo es apostar al arte?

—Es lo que nos gusta y lo que hacemos. Nos gusta escuchar música y son para distintos momentos, también. Si estoy tranquilo en mi casa me gusta escuchar vinilos, si salgo de gira escucho en otro formato y todo es válido, pero sí, lo del soporte físico es muy importante porque tenemos un montón de público que tiene nuestra edad o más.

—¿Qué discos te gustaban?

—Tengo un montón de discos. Cuando me los compraba lo que más me interesaba era ver la ficha técnica, me importaba mucho saber quién tocaba qué instrumento o en qué parte, y las letras también para no cantar cualquier cosa.

—¿Tienen como banda alguna asignatura pendiente?

—El año pasado teníamos ganas de tocar en Londres y se dio, por suerte, me parece que ahora el deseo del grupo es llegar a tocar en Japón o Australia.

—Está bueno cumplir un objetivo porque buscás otro…

—Es que no sé si son objetivos, son cosas que nos gustaría hacer pero si no nos pasan, no nos cambia demasiado porque somos muy felices haciendo lo que hacemos.

—Ahora con familia e hijos ¿bajó la intensidad?

—No. Las ganas son las mismas: es nuestra vocación y la tenemos firme, ahora sí ocurre que se extraña más y se hace difícil por momentos, porque los hijos te quieren ahí con ellos, extrañan y se hace un poco difícil pero las ganas de salir a tocar y hacer música siguen intactas. Y no podemos salir con la familia porque, imagínate, ahora somos como 18 viajando, si cada uno viajara con la familia necesitaríamos dos colectivos.

—¿Cómo toman la profesión sus hijos?

—Es raro para ellos porque es una mirada muy particular, les pasan cosas extrañas, ver que a los padres les piden fotos, se van por un tiempo y vuelven, también es cómo se criaron, rodeados de instrumentos, pero tratamos que lleven una vida normal.