SAN LUIS - Sabado 18 de Mayo de 2024

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Las manos en la tierra para aprender mejor

Por redacción
| 25 de octubre de 2015
Distintas escuelas de San Luis ya cuentan con espacios verdes cuidados por los alumnos

Son tiempos ligeros, en los que pocos giran para ver a los otros. Sin embargo, hay futuro posible. Todavía hay muchas personas con vocación de servicio y, para la tranquilidad de muchos, ellos están formando niños. Contra toda adversidad siguen adelante, haciendo lo mejor que saben: educar. Proponen nuevas formas de aprender, ellos y sus chicos, unos de otros. Son docentes  que buscan nuevos desafíos para concretar, dejando la mejor de las enseñanzas.  Con ganas todo es posible. Así, de manera simple, nacieron las huertas escolares, fomentadas por el Gobierno y sostenidas por el esfuerzo de directores, maestros y niños.

 


Antes las escuelas que incursionaban en nuevas áreas eran sólo las privadas de cierto nivel. Pero la huerta es una opción simple y económica que permite desarrollar de manera pedagógica e integral otras áreas vinculadas al programa tradicional de educación. Y han logrado cierto éxito, sobre todo en el cultivo de hortalizas. Muchas escuelas han podido encontrar distintas finalidades e inclusive han hecho recorridos sorprendentes para los maestros.

 


Para que esto suceda no es necesario estar en el campo o en lugares muy alejados de los centros urbanos. Es el caso de la escuela Nº 228 "Gobernador Juan Saa", ubicada en la ruta 146 a un par de kilómetros de la penitenciaria. Considerada escuela rural de tercera categoría, alberga a más de 100 niños que van desde la sala de cuatro hasta sexto grado. Tiene un hermoso predio plantado con algunos frutales. Allí, a principios de año, destinaron un espacio a la huerta. “En clase trabajamos con la teoría, los niños presentan trabajos de temas que investigan con los padres, vienen al aula y dan una clase para todos los compañeros. En jornadas extendidas salimos a trabajar con la huerta. Los más grandes son los encargados de las tareas más pesadas”, contó la señorita Silvia mientras caminábamos hacia la huerta con sus alumnos.

 


Entre las tantas vocecitas, que al enterarse que la revista de El Campo los visitaba no paraban de contar historias, estaba la de William, un niño lleno de fantasía que deleita a cualquiera con sus relatos y respuestas inesperadas. Meses atrás sus papás fueron protagonistas de una nota. Ellos tienen hortalizas para consumo propio y para la venta, a muy cerca de la escuela. Por eso William conoce de huertas desde antes de tenerla en su colegio. Aunque todos sus compañeritos de segundo han podido tener la experiencia de ver nacer sus frutos producto del cuidado y la perseverancia.

 


Maicol, un flaco muy prolijo de camisa y sweater, llegó rápidamente antes de la hora de gimnasia para contar que “yo llevé la idea a mi casa y con mi familia ya tenemos una pequeña parcela con zapallitos y lechuga. Todavía no hemos cosechado nada porque no es época, pero si algún vecino nos pide verdura le vamos a prestar”, dijo con inocencia. Luego, casi sin que se le pudiera preguntar nada por el apuro, salió corriendo.

 


Las escuelas urbanas usan esta herramienta que en muchos casos ha sido facilitada por el Ministerio del Campo dentro del plan Cultivando Nuestra Tierra. Es el caso de la escuela digital "Albert Einstein", que desde el mes de marzo trabaja sobre una huerta. “La experiencia nos ha permitido llegar a conocimientos que hemos ido construyendo sobre los intereses de los niños. Regando y haciendo trabajos en la huerta encontramos algunos insectos. Allí los niños aprendieron a diferenciar cuáles eran beneficiosos para las plantas y cuáles no. Entre tanto localizamos pulgones, que llevamos al laboratorio y pusimos en el microscopio. Todos aprendimos acerca de este insecto. Además, los chicos buscaron información en Internet para ampliar lo conocido. Las actividades siempre abren otras puertas al conocimiento. En este caso, el próximo tema a tratar, surgido recientemente, es el de la polinización”, contó Romina Gerardo, maestra de la agrupación Pegasus.

 


Romina y Silvia son de esas mujeres en lucha por un mundo mejor, que a lo mejor no verán su aporte a corto plazo, pero que dará buenos frutos.

 


Así, con un infinito e interminable entusiasmo, Lucía Altamirano, maestra de nivel inicial, nos contó sobre una  actividad de la que participó toda la escuela. “Cuando hicimos la primera cosecha, sacamos acelga. Pensamos qué uso le podíamos dar a esa verdura. Decidimos hacer un taller de cocina y toda la escuela comió torrejas. Había niños que no conocían el sabor, aprovechamos para hacer hincapié en la importancia de comer verduras, así como también la necesidad de tener una alimentación variada”.

 


Con gran compromiso por la tarea y con ganas de explorar nuevos caminos, Lorena Urquizu, acompañada por sus colegas habló de los proyectos que tienen para la huerta. “Pronto haremos la rotación de cultivos. Ya nos entregaron las semillas de esta época. Estamos listas para emprender este nuevo desafío con la ayuda de la capacitación que estamos recibiendo desde junio, que concluye el próximo mes”.

 


Reunidas bajo un techo que las cubría del aguacero de una típica tarde de primavera puntana, las educadoras de la Einstein contaron los proyectos que esperan hacer realidad. “Próximamente estaremos realizando actividades con una abuela de la escuela que es química. Ella va a colaborar enseñándonos sobre la gestión de residuos y nos va a iluminar sobre qué pasa cuando se descomponen. Luego haremos referencia al PH que los alimentos poseen. Es para aprender de qué manera podemos contar con compost para hacer una tierra más fértil”.

 


Entre risas, casi saliéndose de la vaina, comentaban que querían "ir por todo", con una clara convicción de que existe un mundo infinito para explorar. “Siempre estamos activos, trabajando e investigando sobre los problemas que surgen en la huerta. Buscamos la manera de darle un trato natural a las plantas para no contaminar lo que serán nuestros alimentos. Por ejemplo: hace poco usamos una botella plástica que pusimos en las raíces de un frutal para evitar que suban las hormigas”.

 



La Toma también tiene huerta

 


La escuela Nº 114 "Ricardo Gutiérrez", de La Toma, trabaja con su huertita. Felices, los niños indagan en temas relacionados que rápidamente quieren experimentar en el vergel de la escuela, “El taller de lectura sobre el maíz fue un éxito. Participó la familia, lo cual nos hizo muy bien a todos. Después nos dirigimos a regar nuestros plantines y comentar sobre la historia leída. Los niños terminaron la peculiar jornada y plasmaron en papel lo vivido”, expresó la directora, Marita Escudero.

 


La  docente sabe la oportunidad que esto significa y no quiere que nada lo arruine. “Ahora queremos ver la posibilidad de cubrir nuestra huerta. Está muy expuesta y tememos que existan ataques vandálicos o posibles inclemencias climáticas. En este momento sólo un alambrado y un candado son las medidas de seguridad de nuestra plantación”.

 


Son 600 alumnos de nivel inicial y primario que disfrutan del contacto con la tierra. “Tenemos un cronograma, cada día un grado se ocupa de realizar tareas de mantenimiento que incluyen el riego y sacar yuyos”, dijo Marita.

 


Lo más importante y lo que destaca por sobre todo es la integración que esto trajo en cada hogar. “Los padres participan de los distintos talleres. Hace poco trajeron un espantapájaros para la huerta. Además, están haciendo carteles para poder identificar cada planta”.

 


Otra función muy importante es poder ayudar a las familias de pocos recursos de la escuela. “Una vez que dé sus frutos, quisiéramos poder devolverle a la familia todo el apoyo brindado con verduras cosechadas por sus propios hijos. La idea es poder seguir congregando a la familia”.

 


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