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Una renta dulce para la apicultura de San Luis

Por redacción
| 31 de agosto de 2014

Son excelentes noticias para los apicultores de la provincia. La rentabilidad apícola en San Luis alcanzó el 20,4% en el segundo trimestre, y trepó un 3,6% en comparación a los primeros tres meses del año, a pesar del aumento de gastos directos como el de los alquileres de campos, que subió un 2%. Así lo reflejó el último Boletín Económico trimestral, publicado esta semana, con datos de costos de producción y márgenes brutos tomados del mes de junio.

 

La mayor parte de las colmenas asentadas en la provincia se encuentra en la región centro sur de la provincia.


El análisis, elaborado por los técnicos de la Red de Socioeconomía del Centro Regional La Pampa-San Luis del INTA, describe un sistema de producción de miel basado en información de índices de producción de la temporada 2013-2014 de un grupo apícola Cambio Rural, de la región centro sudeste, mientras que los costos y precios de mercado corresponden a junio de 2014. Como costo de oportunidad del capital circulante, se utilizó una TEA del Banco Nación de 9,4%, correspondiente a un plazo fijo tradicional a 30 días.

 


Región centro sudeste

 


La mayor parte de las colmenas asentadas en la provincia –alrededor de un 60%- se encuentra en la región centro sur de la provincia. Esta zona debe su excelente aptitud apícola a la mayor fragmentación de los ecosistemas naturales, lo cual permite que, además del aporte de las especies nativas, exista una amplia superficie de praderas de especies forrajeras altamente nectaríferas, como la alfalfa –Medicago sativa-, trébol de olor –Melilotus alba-, girasol –Heliantus annus-, y malezas asociadas a dichos cultivos, también de importancia apícola. 

 


Los recursos nativos en esta región están constituidos por componentes ecológicos en tensión, como el espinal, el caldenal, y el bosque de quebracho blanco y algarrobo. En la actualidad, esta situación ha cambiado bastante, y la zona se encuentra en un proceso de agriculturización acelerada, lo que, por un lado, limitó la cantidad de establecimientos rurales con este tipo de recursos, y, por el otro, generó una considerable disminución de los rendimientos. Para revertir esta tendencia, en el último tiempo apareció como alternativa la transhumancia hacia zonas más aptas, en particular, el noroeste de la provincia.

 


La cantidad total de colmenas en la provincia alcanza las 36.387, y  la mayor parte de los productores, más de noventa según el Consejo Apícola de San Luis, pertenece al segundo estrato de clasificación -los que tienen entre 51 y 350 colmenas-. Siguen las producciones pequeñas o familiares, que nuclean a unas 2.140 colmenas y, por último, los 25 productores que tienen más de 351 colmenas y que acumulan, en conjunto, 19.501 unidades.

 


El análisis realizado por el INTA representa un sistema de producción apícola dedicado exclusivamente a la producción de miel, con una escala de 775 colmenas en producción, considerada levemente por encima de la unidad económica familiar. La descripción corresponde a un sistema sedentario, con colmenas en recursos nectaríferos limitados pero diversos, como monte natural y praderas. Estos recursos son aprovechados a partir de la ubicación estratégica de apiarios para lograr diversidad de oferta de forraje. La productividad interanual en esta región es de 30 kilos de miel por colmena por año. Este parámetro posee alta variabilidad, lo que representa una de las mayores limitantes de la actividad. Las pautas de manejo de este sistema se pueden describir como de grado II (o de media intensificación de manejo) de acuerdo a la escala propuesta por García Girou. La organización familiar de gran parte de las explotaciones agropecuarias hace que, por lo general, el trabajo físico y gerencial no sea remunerado en forma explícita a través de gastos en salarios u honorarios.

 


En tales casos, la herramienta de análisis empleada fue retribuir estos factores (al igual que los intereses, en el caso del capital) a través de sus costos de oportunidad. Para los cálculos de este margen tuvieron en cuenta, como equivalente apícola, la capacidad de trabajo de un empleado por año, con la capacidad de atender 500 colmenas en un año a tiempo completo. Si bien por la concentración de la estacionalidad del trabajo se suele distribuir de otro modo -contratación de personal temporario- la diferencia de capacidad de trabajo para la escala tomada fue asignada como “retribución por trabajo familiar y gestión empresarial”.

 


Las características de manejo más importantes en esta actividad pueden resumirse en algunos puntos fundamentales: el desarrollo poblacional primaveral con utilización de sustitutos proteicos y energéticos, el consumo anual de jarabes de 10 kilos, manejo de invernada en cámara de cría con bloqueo por utilización de sustitutos, niveles sanitarios aceptables con una mortandad anual del orden de 5%, utilización de productos sanitarios aprobados por Senasa para uso apícola, recambio de retinas selectivo de entre 30% y 50% del total y por año.

 


Para unificar este enjambre de datos, hay que recordar algunas cuestiones básicas, como que el rendimiento por colmena por año puede llegar a 30 kilos. El precio de la miel, según la cotización de la Bolsa de Cereales correspondiente al mes de junio de 2014, alcanza los 26 pesos por kilo (este es el precio oficial pagado por el acopiador al productor en el mercado local, neto de gastos de comercialización y con los costos de logística incluidos, pero sin especificar los gastos de comercialización en los costos directos. Además, el precio de la cera ronda los $50 por kilo, con un rendimiento de 0,45 kilos por colmena.

 


La síntesis de resultados económicos a nivel de sistema productivo muestra además dos datos relevantes: por un lado, el costo por kilo producido, dentro de las características del sistema anteriormente descripto, sería de 16 pesos, incluyendo los gastos efectivos totales (directos más de estructura); por el otro, el costo de  indiferencia, sería de 18 kilos por colmena.

 


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