No se animaba a contar el tormento por el que pasaba por temor a perder su puesto de trabajo que realmente necesitaba. Cuando se cansó y se lo dijo a su patrón el desenlace fue aún peor: el dueño del hotel se puso de parte del huésped. El patrón la obligó a arrodillarse, a pedirle perdón y luego le sugirió renunciar porque su cliente así lo pedía. Finalmente la echó.
La mujer, de la cual se preservaron los datos, denunció ante la Policía que fue manoseada en varias oportunidades por un huésped extranjero, que era cliente habitual del hotel de Villa Mercedes ubicado en General Paz al 431, donde hasta hace días ella trabajaba como mucama.
Los ataques sexuales se daban cuando limpiaba el cuarto y se repitieron varias veces, aunque ella decidió mantenerlo en secreto por temor. Hace unos pocos días, agotada por la situación, acudió a uno de los dueños del hotel y le contó lo que pasaba.
Ante los dichos de la empleada, el huésped denunció que a él y a otros compañeros que paran en el hotel habitualmente, les viene faltando dinero y responsabilizan a las dos mujeres del servicio de limpieza. El dueño tomó partido por sus inquilinos y obligó a sus empleadas a pedirles perdón de rodillas.
Tres días después de la humillante disculpa, el otro dueño del hotel, le pidió que renuncie porque a sus huéspedes les molestaba que trabajaran ahí. La mujer se negó a abandonar su trabajo y dos días después la echaron y la amenazaron. Si hacía la denuncia debería "atenerse a las consecuencias".
Las actuaciones quedaron en manos de la juez de Instrucción en lo penal Nº 3 Mirtha Ucelay de Garciarena.


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