Hicieron una pericia que revela restos de sangre en la casa de Jair

El martes, en la inspección de la casa donde Jair Emanuel Luchessi pasó sus últimas horas, los investigadores identificaron lo que a simple vista serían restos de sangre. Estaban en la bacha del baño. Encontraron también al menos una prenda –un buzo– con manchas del mismo tipo. Esa ropa era del nene de un  año que, según sospechan, habría sido víctima de maltrato. “Hay que profundizar en la investigación de la causa de la muerte de Jair. En eso se fundamenta la medida que ordené”, explicó, de modo escueto, el juez Penal Nº 2 de Villa Mercedes, Leandro Estrada, sobre la pericia que realizaban anoche en el domicilio donde residía el chico, y que revela vestigios hemáticos, aún aquéllos que han intentado limpiar o hacerse desaparecer. 
La pericia se conoce como Blue Star, tal es el nombre comercial de la fórmula química usada, que es fabricada en base a otra, el luminol. Los especialistas, vestidos con ropas preparadas para tal fin, primero rocían el producto sobre las superficies en las que podría haber algún sedimento. Si éstas adquieren una coloración azul brillante –de hecho, el nombre del químico, traducido al español,  es “estrella azul”–, es indicativo de que allí hay un residuo de sangre. 
El segundo paso es establecer si es humana o de otro tipo. Al cierre de la edición, los peritos realizaban la primera de esas tareas en la vivienda situada en Lamadrid 265, donde el pequeño vivía con su mamá, Liliana Luchessi, y su padrastro, Bruno Pacheco. Por orden del juez, la propiedad está cerrada desde el lunes a la siesta. 
El jefe de la Comisaría 8ª, comisario Eduardo Ávila, sólo refirió ayer que solicitaron la medida “en virtud (del resultado) de la inspección” que hicieron hace tres días en ese domicilio. Precisó que en esa oportunidad se incautaron de ropas del bebé con manchas hemáticas visibles y “otros elementos que podrían guardar relación con la causa”. No quiso precisar cuáles eran. El magistrado tampoco. 
El comisario no brindó detalles de qué dijeron en la comisaría Luchessi y Pacheco, a quienes les tomaron declaración el miércoles. Y el juez dijo que aún no sabe con precisión qué expresó la pareja: en rigor, las actuaciones no están en su poder. Ávila estimó que quizás mañana se las entregarán al magistrado. 
Lo que Estrada sí confirmó es que ayer recibió el informe de la  autopsia, firmado por la forense Alba Pereira. Ella estableció que Jair murió por una hemorragia en la zona abdominal, producida de modo traumático. Detectó, además, lesiones en un brazo y una marca en el pómulo derecho, que coincide con una fractura facial.

En la puerta de la casa donde vivía Jair apareció una pintada, notable por su tamaño y porque es en rojo. No tiene firma ni destinatario.

Dos versiones desvirtuadas 
El día que murió el chico, Carlos De Carlini, director del Policlínico Regional “Juan Domingo Perón”, contó que los parientes que llevaron a Jair comentaron que “se había asfixiado de repente, cuando comía algo en la casa”. 
La Policía refirió que se podría haber atorado con un pororó. Otra de las versiones recogidas por los efectivos indica que los parientes adujeron que el menor tenía golpes porque se había caído de un columpio, o jugando con un “Pata pata”. 
En su tarea de colectar indicios que robustezcan o desvirtúen las versiones e hipótesis, el magistrado ha accedido a elementos para desechar esas dos circunstancias como explicativas del fallecimiento. “La causa de la muerte no está vinculada a la obstrucción de las vías respiratorias, que es lo que se presenta en un atragantamiento. Eso se descartó con la autopsia”, aseveró. Y en el domicilio no hay hamaca, sí un “Pata pata” pequeño. Pero las características de las lesiones no avalaría la teoría de que el pequeño las adquirió en una caída o en un juego.