SAN LUIS - Viernes 03 de Mayo de 2024

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Gerentes de la usura internacional

Por redacción
| 18 de junio de 2014

En nombre de los buenos valores, de una revolución que no existe, o porque quieren corrernos por  izquierda, muestran una máscara horrorosa de lo que pasa en el país y en el desmanejo de la deuda externa argentina.

 

Toda esa verborragia, aparentemente del modelo, en el fondo encubre una concupiscencia con los poderes de la máxima corrupción de la historia argentina.



La señora presidente fijó como rol del Estado una suerte de gerente de los intereses internacionales para pagar la deuda externa argentina, con el sacrificio de todos nosotros. Toda esa verborragia, aparentemente del modelo, en el fondo encubre una concupiscencia con los poderes de la máxima corrupción de la historia argentina.

 



La deuda externa argentina no es nueva. Ha tenido una evolución que se ha repetido gobierno tras gobierno, cuando el rol ha sido el del capitalismo de amigos y el de gerente de los intereses de las finanzas internacionales. Cuando los gobiernos se han convertido en gerente de las finanzas internacionales, hacen estos papelones como lo hizo Cristina, como lo hizo antes Néstor Kirchner y como lo han hecho otros gobiernos, menos dos, en la historia argentina, tres tal vez.

 



En 1822 la Legislatura de Buenos Aires, mientras el país estaba en anarquía, intentaba unirse y Buenos Aires era el gobierno más fuerte que de alguna manera representaba toda la Argentina, autorizó el primer empréstito internacional. Es decir, un préstamo internacional que tiene una característica: es un poco más disimulado que todas las cosas que hicieron los gobiernos posteriores y tiene una finalidad. Ése fue el famoso empréstito de la banca inglesa Baring Brothers,  que pidió el gobierno de Rivadavia en 1822, a la banca más poderosa del mundo. Había otras, como Rostschild.

 



Ese empréstito era para hacer el puerto de Buenos Aires, fundar dos o tres pueblos y darle agua corriente a Buenos Aires. Pedimos un préstamo para hacer esa cierta cantidad de cosas. El empréstito era 70/30, es decir que si se pedía un millón, la Baring Brothers tenía que mandar 700 mil y 300 mil se guardaba en el bolsillo la banca. Pero nosotros teníamos el crédito por un millón.

 



Esto era muy usurario, por eso la Baring Brothers dijo: “Es mucho; hagamos un 70, pero con un 15% que podamos dividir entre la Baring Brothers y un consorcio argentino”. ¿Qué hizo Rivadavia? Hizo un consorcio, un grupo intermediario de la deuda externa. Así nacieron los intermediarios, la oligarquía argentina y el capitalismo de amigos.

 



Rivadavia nombró a sus amigos, que fueron quienes recibieron el préstamo. Igual que ahora, Rivadavia nombró a sus Boudou, Ciccone, Moreno. Ese consorcio estaba integrado por: Braulio Costa, Félix Castro, Miguel Riglos, Juan Pablo Sáenz Valiente y los hermanos Parish Roberston. Menos estos últimos, lo que ya sería un desaire, los demás son todas calles de la ciudad de Buenos Aires, es decir nuestra cultura le ha rendido permanente homenaje a toda la corrupción de la Argentina.

 



Estos señores que formaron el consorcio, se pusieron de acuerdo con la Baring Brothers que mandó 70, se quedó con 15 y los otros 15 los repartió entre los negociadores de la Baring con el consorcio. O sea, los amigos de Rivadavia repartieron de arrancada el 7,5% del crédito. Es decir, el 7,5 % de crédito se lo quedaron, en la primera negociación, los empresarios, la oligarquía, los intermediarios, los amigos del poder. Así nació la deuda externa argentina.

 



Por supuesto que nada se cumplió. Con esa plata no se fundaron pueblos, no se hizo el agua corriente, no se hizo el puerto de Buenos Aires y empezamos a deber plata a partir de entonces.

 



Hubo saltos en la historia, porque esos créditos se repitieron con Avellaneda, con distintos gobiernos de todos los signos políticos. Y fueron aumentando. Cuando vinieron las inversiones sobre el ferrocarril, aumentaron mucho más, porque los ferrocarriles eran ingleses pero se hizo con mucha plata argentina y mucha plata de deuda externa generada también con la Baring Brothers, que siempre aparecía. Hay que imaginar cuánto creció la Baring Brothers con los créditos argentinos. Y siempre con un consorcio argentino que recibía los dineros de un porcentaje, sobre la negociación de la deuda externa.

 



Llegó el gobierno de Perón, quien vio las arcas del Banco Central llenas de divisas y tenía una perspectiva distinta del país, creía que al país había que agregarle elementos muy fuertes como la justicia social, el reparto de las riquezas y el progreso. Vio que las arcas del progreso estaban en el Banco Central y el reparto de las riquezas era la legislación y la incorporación de los trabajadores al poder. Pero Perón dijo: “Esto no es posible si no tenemos el poder para autodeterminarnos”.

 



El presidente de la Nación, es presidente de todos los argentinos, no es gerente de las finanzas internacionales, no es el gerente de la autoridad de aplicación de los créditos de la Baring Brothers ¿Se entiende la diferencia?

 



¿Qué hizo Perón? Pensó que debía proyectar la Argentina con un rumbo nuevo, distinto, o agregarle a la formación del Estado argentino, dos elementos muy importantes: el progreso social y cultural a través de las construcciones de escuelas y hospitales, y el progreso económico, a través de la industria argentina. Y para eso debía tener autodeterminación. Perón terminó con los créditos internacionales y logró la independencia económica, que fue proclamada en agosto de 1949, cerca del día en que yo nací. Quizás por eso lo llevo en el ADN y me da tanta bronca cuando los presidentes argentinos se convierten en gerentes de los intereses internacionales, para consentir la cuestión de la deuda externa. Eso lo logró Perón, la Argentina se liberó de la deuda externa y alcanzó autodeterminación.

 



Los sucesivos gobiernos se fueron endeudando y mucho. Empezaron de nuevo con deuda externa. A Perón no le gustó el “Pacto de la Bretton Woods”, que es el Fondo Monetario Internacional, y no entró. Pero luego la Revolución Libertadora entró al Fondo Monetario y la Argentina adoptó el patrón dólar como moneda de cambio internacional.

 



Comenzó lentamente otra deuda, comenzó a endeudarse el país con el pretexto de las inversiones. Cuando asumió el gobierno de Perón, con la fórmula Perón-Isabel Martínez, denunció que la Argentina tenía una deuda externa agobiante y difícil. Se hablaba de entre 4 y 6 mil millones de dólares. Dijo que él liberaría a la Argentina de esa deuda externa, que no era posible para tener un país que se autodetermine. Perón, en su tercera presidencia, habló de la deuda externa, y repitió que el presidente no puede ser el gerente de las finanzas internacionales de la Argentina, gerenciar la Argentina para pagar la deuda y estar sometido con la deuda externa. Esto es un punto clave para entender a los presidentes y entender qué nos pasa.

 



Cuando llegó la dictadura, la deuda externa argentina, que con Isabel Perón se había incrementado, llegó a 7 mil millones de dólares. La dictadura, con las distintas crisis internacionales, con el capitalismo de amigos que acrecentó y las inversiones que hizo con el Mundial del ‘78, llegó a un momento de grandes dificultades en el pago de la deuda externa a los particulares, por las crisis internacionales, por el valor del dólar y los distintos desmanejos de la moneda de intercambio, e hizo algo que es increíble: la estatización de la deuda. A la deuda externa argentina, a la que había asumido el Estado, se le sumó la que habían asumido los particulares. Cuando comenzó el gobierno de Alfonsín la deuda externa era de aproximadamente 40 mil millones de dólares. Quien hizo la estatización de la deuda externa fue la presidencia en el Banco Central de Domingo Felipe Cavallo, que era un joven economista. La deuda de los particulares la convirtieron en deuda pública. En la causa Olmos se menciona quiénes fueron los particulares argentinos que tenían deuda externa y que fue estatizada para verse favorecidos.

 



En este hecho, el Estado asumió el compromiso de más de 5 mil millones de dólares. Algunas de las empresas beneficiadas fueron: Celulosa Argentina, Cogasco, Autopistas Urbanas, Pérez Companc, Acindar, Banco de Italia, Alpargatas, entre otras. ¿Conocidas, no?

 



La dictadura dejó 40 mil millones de deuda, de los cuales se calculaba que, por lo menos un tercio, era de una deuda espuria. Repudiable, no pagable, negociados, robos, corrupción. Durante el gobierno de Alfonsín se llevó la deuda de 40 mil millones a cerca de 60 mil millones, un 50% más de lo que se debía. En la década de Menem se elevó de 60 mil millones a 146 mil millones, más del 100%. En el breve periodo de De la Rúa aumentó un 10% más.

 



La deuda externa en la época de la dictadura, que aumentó tanto en volumen, se hizo inmanejable, impagable, se la miró detenidamente y se advirtió lo siguiente: nunca el Estado argentino quiso dar a conocer cómo es la composición de la deuda. Es decir, quiénes son los que asumieron la deuda, por qué razón, cuándo entró el dinero, en qué se utilizó el dinero. En el gobierno de Rivadavia hablábamos de un empréstito con un fin determinado. Cuando vimos que el fin no se cumple, empezamos a sospechar de la deuda.

 



Queremos saber los argentinos, porque así lo dice la Constitución. La Constitución argentina dice que la deuda la debe arreglar la Legislatura: Diputados y Senadores. La debe mirar, evaluar y decir si es o no es deuda, si se aprueba o no, si hay que pagarla o no. ¿Por qué? Porque puede haber deuda que sea repudiable, espuria, ilegítima, ilegal, inmoral o con muchas otras características. La deuda externa argentina en un tercio ha sido considerada  una deuda ilegítima, porque nunca existió la entrada de ese dinero a la Argentina. Fueron dineros que se repartieron los distintos grupos económicos, sin que entraran a la Argentina y esto después lo asumió el Estado como deuda estatal. O el propio Estado, a través de este tipo de consorcios de la época de Rivadavia, que son algunos pícaros que negocian en nombre del Estado y fueron recargando la deuda, sin que jamás entre dinero a la Argentina.

 



Siempre consideraron, los países emergentes, que en los términos de intercambio hay una relación muy inmoral. Cuando nosotros compramos un producto a Norteamérica o al Mercado Común, en el producto estamos pagando el salario del trabajador, que es un salario alto. Cuando ellos pagan el producto nuestro, están pagando el salario del trabajador que es demasiado bajo. Así, estamos subvencionando al obrero norteamericano o europeo. Y el europeo o quien nos compra, está explotando al obrero nuestro. La relación de intercambio se convierte en inmoral. Entonces tenemos una deuda ilegítima y una deuda inmoral en el intercambio de comercio.

 


Una deuda puede ser ilegítima porque no existió la transacción, porque no entró el dinero o porque no cumplió los preceptos constitucionales del Estado para conformar la deuda. Como pasó en un célebre caso en San Luis, cuando un banco pretendía que la provincia pagara el crédito del Grupo Espartaco y una corte internacional dijo que no, que nunca el Estado de San Luis había conformado su voluntad para aprobar esa deuda, y no tenía por qué pagar. San Luis se defendió, no hizo como el Gobierno nacional, que hizo exactamente al revés. Que dijo: “Arreglemos”, se guardan un dinero y van conformando una deuda que es ilegal o ilegítima. Se pude repudiar una deuda, que significa decir al mundo que no la pagamos. Hay muchísimos casos internacionales, cuando la deuda ha sido ilegal, ilegítima, inmoral o ha sido conformada por un grupo como una dictadura, como fue en la Argentina, fundamentalmente genocida. Si el mundo reconoce que tuvimos una dictadura genocida, ¿cómo no se va a dar cuenta que esa dictadura también generó una deuda externa ilegítima? Y podemos probarlo. Está probado en la causa Olmos, que es un caso que un señor llevó a los jueces y pidió que se investigara la deuda externa. El juez en el caso Olmos declaró que la deuda era ilegítima, ilegal, repudiable, que había sido tomada por una dictadura militar, estatizada en forma incorrecta. Todo esto lo dijo el juez.

 



La deuda se puede repudiar y ha habido casos internacionales de repudio a la deuda externa, cuando reúne alguna de estas características: fue tomada por una dictadura, tomada por un Gobierno en forma corrupta, no entró el dinero que decía que debía entrar, se malgastó, se utilizó para una oligarquía. Todo esto hace que se pueda repudiar la deuda y hay una comprensión internacional sobre estos temas. Hay muchísimos casos y antecedentes.

 



¿Qué hicieron los distintos gobiernos? Fueron haciendo de gerentes de la usura internacional. Empezando por el doctor Ricardo Alfonsín, seguido con Carlos Saúl Menem, Fernando de la Rúa, salteamos a Adolfo Rodríguez Saá - el único caso-, seguimos con el doctor Eduardo Duhalde, el doctor Néstor Kirchner y la señora Cristina. Todos gerentes de las finanzas internacionales, de la usura internacional. Todos han dicho que esta deuda no se investiga, ninguno de ellos, salvo uno que es la excepción -Adolfo Rodríguez Saá- quiso mandarlo al Congreso. Porque en el Congreso se transparenta, se habla de esto, de cómo se compone la deuda. ¿Por qué vamos a pagar si acá no entró el dinero? ¿Cómo se compone? ¿Por qué no hacemos responsables al Grupo Alpargatas, Cogasco, Pérez Companc, todos los que nombramos? Y la estatización de la deuda de Clarín, que motivó un golpe de Estado en la República Argentina.

 



Todos los gobiernos han hecho de gerentes de la deuda externa, de cómo pagar la deuda externa. Esto es terrible porque es lo que hizo y repitió el señor Menem. No se animaron a hacerlo ni Alfonsín, ni De la Rúa. Lo hicieron Menem y Kirchner: borraron la causa de la deuda. Para no investigarla y que quedara totalmente licuada y legitimada la deuda, inventaron el “Plan Brady”. Fue un plan impuesto por las finanzas internacionales, donde no se discutía más la deuda, no se discutía más su origen, el Estado se hacía cargo de la deuda y se hizo un bono para la deuda, cuyo tenedor se convirtió en una persona invisible. Adquirieron los bonos los mismos corruptos que generaron la deuda, para ir por más.

 



Esto lo hizo el gobierno de Menem, nunca lo aprobó el Congreso argentino, nunca la deuda externa fue tratada por el Congreso. Hasta que llegó Adolfo Rodríguez Saá, quien en su discurso en el Congreso argentino no declaró el default, sino que suspendió el pago de la deuda externa para enviarlo al Congreso. Para transparentar la deuda, que se supiera cuál es origen, poder repudiar la que no correspondía y que fuera el Estado argentino el que dijera el origen, la inmoralidad, moralidad, legitimidad… Todo lo que el juez dijo en la causa Olmos lo resolviera el Congreso argentino y decidiéramos cuál era la deuda externa argentina, cuál había que pagar y cómo se debía pagar. Lo que corresponde, la facultad constitucional del Congreso de arreglar la deuda externa. Algo que todos, absolutamente todos: periodistas, la llamada oposición, el oficialismo, los Kirchner, los que bajan de Sierra Maestra, los que se hacen los revolucionarios, omiten y que es la parte esencial de nuestro sistema jurídico. Es el Congreso argentino quien debe arreglar la deuda externa. Si sucediera, el pueblo argentino sabría cómo es la composición de la deuda y nos sacaríamos una duda. Saber cómo aumentó la deuda con el Club de París después de la Guerra de Malvinas, que pasó de 600 millones de dólares, a 6 mil, 9 mil millones. Está la gran sospecha de que en la Guerra de Malvinas se nos incluyó una deuda externa con Inglaterra por haber perdido la guerra. Se hacen todos los revolucionarios, que corren por izquierda, hablan de Argentina y hablan de soberanía.

 



No sólo que no han mandado la deuda al Congreso, sino que han borrado la causa. Porque lo que hicieron con el “Plan Brady”, de afuera hacia adentro, el señor Kirchner lo hizo de adentro, sin obligación ninguna. Volvió a hacer un bono y a refinanciar la deuda, metió la deuda adentro, reconoció toda la deuda e hizo esta refinanciación. Y no sólo eso, sino que cedió la soberanía argentina a los jueces de Nueva York. El señor Néstor Kirchner, y ayer lo ratificó la señora Cristina Fernández de Kirchner, son quienes entregaron la soberanía argentina al juez de Nueva York.

 



El juez de Nueva York dijo: Ustedes me nombraron a mí. Han venido y ganaron acá 3 ó 4 casos, ¿se quejan cuando pierden uno? Si ustedes son quienes me pusieron. Eso es lo que les dice el juez Griesa a los Kirchner. ¡Qué vergüenza! Borraron la causa, legitimaron la deuda y pusieron un juez extranjero para que nos diga lo que tenemos que hacer o no. O sea, ellos administran y el juez Griesa dice lo que tenemos que hacer, si administran mal, les dice: “Señores, están administrando mal”. Las finanzas de la usura internacional adentro de la Argentina, en nombre del Gobierno argentino.

 



Siento por todo esto una enorme vergüenza, siento indignación de ver a la señora Cristina que se la juega de revolucionaria y defensora de la soberanía argentina. Me pone mal la oposición, cuando justifica estos temas y juegan como que están en contra los fondos buitres. ¿Por qué no piden que se transparente quiénes son? ¿Por qué no buscamos que se sepa quiénes son los que tienen los títulos de los fondos buitres?

 



Así pueden estudiar quienes saben de la legislación de lavado de dinero, la legislación anticorrupción, si están participando los mismos que actuaron en la composición de la actual deuda externa, ahora como acreedores. Y qué tienen que ver en las negociaciones el señor Boudou, el señor Massa, el señor Kirchner, el señor Moreno, la señora Cristina Fernández de Kirchner, todos los ministros, la AFIP y todos estos señores del poder. Saber del capitalismo de amigos, cuánto tiene que ver, cuánto parentesco con los fondos buitres. Ella administra la usura internacional desde adentro, lo puso al juez Griesa y muchos de sus amigos están en los fondos buitres y nos hace creer que está defendiendo la Argentina. ¡Qué tristeza esto!

 



Ningún plan sobre la deuda externa debe hipotecar más de una generación. ¿Por qué si nuestra generación asume el tema de la deuda externa, va a tirar la pelota para adelante para comprometer a nuestros hijos, a nuestros nietos?

 



Supongamos que el plan Néstor-Cristina, lleva los últimos pagos hasta el año 2038. 30 años. Una generación dura 12 años, algunos dicen 15. Treinta años son dos generaciones y media para el pago de una deuda que ya no pueden pagar.

 



Me parece a mí justo que no se puede ir más allá de una generación. Tenemos que hacer el sacrifico, la generación que asuma esta responsabilidad, de entregar a nuestros hijos y nietos un país sin deuda externa, para que puedan mejorar, desde todo punto de vista.

 



La deuda tampoco puede afectar valores como la justicia del pueblo, la justicia social y la mínima calidad de vida: la vivienda digna, el agua potable, las comunicaciones, el transporte, la cultura, el acceso a la educación. Todo esto no se puede afectar y menos el derecho al progreso, que es el derecho de los pueblos, que está muy por debajo de gerenciar la usura internacional, con el título de presidente de los argentinos.

 



Tristísimo Cristina. Me entristece el rol que cumple: gerente de la usura internacional. Como lo fue el señor Néstor Kirchner.

 


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