Un simulador de accidentes fue la gran atracción en la avenida Illia

Quienes vivieron la desagradable experiencia de volcar en un auto ya saben lo que se siente; y quienes no, pudieron comprobarlo ayer en el simulador que trajo a la provincia el Programa Prevención y Educación Vial, y que estuvo en la avenida Illia de la capital provincial. Grandes y chicos subieron al auto preparado “para dar vuelcos” y bajaron conmovidos. Además hubo otras actividades para tomar conciencia del peligro que es manejar mientras se habla por celular, o del golpe que se puede sufrir al chocar en moto, que a treinta kilómetros por hora equivale a caer de un segundo piso. 

Ramiro González Belzunce: "Provoca una sensación rara y extraña que lleva a tomar conciencia y prevenir accidentes"

El Peugeot 206 está sobre un eje que da vueltas sobre sí mismo y sirve para replicar el movimiento que realiza el auto al volcar a 40 kilómetros por hora. Se podían subir de a dos personas, sólo había que abrocharse el cinturón y respirar hondo. Adentro muchos gritaron y pidieron bajarse, otros rieron y levantaron los brazos cual montaña rusa. Más allá de las distintas reacciones, al bajar todos coincidían en que preferían evitar una situación de esas en la vida real, por el peligro que conlleva. “Me pareció muy importante porque logramos tomar conciencia de lo que nos podría pasar si no usamos cinturón. Está muy buena la iniciativa, para que todos se den cuenta. Asusta un poco estar ahí, pero es la realidad”, dijo Eduardo Gatica, de 31 años, cuando bajó. “Está genial la experiencia. Debe ser horrible que te pase esto a mayor velocidad”, reflexionó Agustina Vilela, de 14 años. 
El camión de Educación Vial, que estará en la provincia un mes y recorrerá varias localidades, tenía también otras actividades. Al entrar, había que pasar primero por una prueba de reflejos. Con un celular en la mano y mientras los agentes de Seguridad Vial hacían preguntas para simular una conversación telefónica, se debían ir apretando una serie de botones que se encendían, con imágenes de semáforos, vías de tren, y chicos que cruzaban la calle. Luego se hacía lo mismo pero bien concentrado. El resultado fue contundente: desconcentrado se reacciona más lento. En la prueba que hizo la periodista de El Diario había cinco segundos de diferencia entre una y otra. 
Después, un muñeco de los que se usan para las pruebas de seguridad en los vehículos, indicaba cómo debe utilizarse el cinturón. Otras de las actividades servían para ver cómo funcionan las cubiertas y cómo saber cuándo deben cambiarse. Además mostraban el tiempo que tardan en frenar cuando la calle está mojada. 
Según los instructores, a los adolescentes lo que más les impacta es una simulación de un golpe en un casco a 30 kilómetros por hora. “Ellos utilizan motocicletas o ya ven que muchos amigos las manejan, entonces quedan asombrados”, contó Mary Arroyuelo, una de las guías. La prueba consistía en una barra de hierro que caía sobre un casco a esa velocidad. El sonido fue estremecedor. “Un choque a 50 kilómetros por hora equivale a caer de un tercer piso, mientras que en uno a 70 kilómetros es como caer de un sexto piso. El daño a 90 kilómetros es lo mismo que caer de un décimo piso, mientras que a 120 kilómetros es como una caída del piso quince”, describió Arroyuelo.
“Hoy la idea fue cerrar lo que fue la Semana de la Seguridad Vial. Trajimos las Pistas Viales Educativas para los más pequeños, los simuladores de manejo, y agregamos el taller itinerante, que cuenta con el simulador de vuelco y otras actividades. El auto ha tenido mucha repercusión, es una sensación rara, extraña, y es una forma de hacerle tomar conciencia a la gente. El que baja no lo quiere volver a vivir, lo toma como una reflexión, para respetar las normas de tránsito”, explicó Ramiro González Belzunce, jefe del Programa Prevención y Educación Vial. 
La jornada contó con la participación de algunas escuelas que llevaron a los alumnos más pequeños a utilizar la pista vial y a escuchar la capacitación. También hubo papás que se acercaron con sus hijos.