El Mundial, una expresión paralela

A la cultura la marca el momento. Y la cuentan los medios. La cultura no quiere ver las inundaciones a causa de la crecida del río Paraná. No quiere ver que afectará a millones de personas. Los medios quieren hablar del Mundial, sacan de las páginas el escándalo de Amado Boudou y quieren hablar del Mundial.
Hablemos del Mundial, pero la realidad es subjetiva. Si alguien quiere ver el Mundial, mira el Mundial, cada uno es libre. Pero también pensemos solidariamente, hay cosas que están pasando que hay que mirar también.
La ceremonia de la jornada inaugural es transmitida por televisión. Una ceremonia bastante manchada porque la presidente de Brasil debió explicar dónde fueron los dineros del presupuesto. Hay una suerte de rebelión social en Brasil, con gases lacrimógenos y a los palos, para poder hacer la inauguración.
El Mundial es una fiesta deportiva.
Cuando se hizo el Mundial en la Argentina, estábamos en plena dictadura. A nivel internacional, los expatriados, los exiliados, hicieron campañas en contra de la violación de los derechos humanos durante la dictadura. Hubo jugadores del mundo que no vinieron al Mundial en protesta. Y acá no se conocía. Y por supuesto la prensa, Clarín, no contaba eso.
Cuando terminó el Mundial y se entregaron los premios, la selección de Holanda no subió a recibir el suyo, en repudio a la dictadura. Siempre los mundiales han tenido una expresión paralela de lo que está pasando en el mundo.
No fueron al Mundial de Uruguay muchísimas selecciones europeas. Cuando se hizo el Mundial en Italia, en repudio de lo que les pasó, la selección uruguaya no fue al Mundial.
Suceden estas cosas. Está por un lado la realidad económico-social de los países, del mundo, que se expresa. Y por otro lado, el deporte y la fiesta deportiva con todos los intereses que se mueven alrededor.
A horas del Mundial, hay batallas campales en San Pablo, Brasil.
Preparados, listos, Mundial.