SAN LUIS - Viernes 03 de Mayo de 2024

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Revisar y pedir disculpas

Por redacción
| 28 de mayo de 2014

En mayo de 1232 el Papa Gregorio IX envió la primera Inquisición a Aragón. En España fue tomada como política oficial de la corona española, del Rey. Así al poder político se le sumaron la religión, el fundamentalismo y el método de las preguntas de la Inquisición, que es de lo más deleznable de la historia de la humanidad, donde estaban invertidas las cargas de la prueba. Alguien podía ser culpable sólo porque a la Inquisición se le ocurría.

 

En San Luis también hubo formas de Inquisición, algunas de las cuales están escritas en las Actas Capitulares.


Las reglas de la Inquisición española decían que si la persona era acusada y condenada, los bienes los heredaba la propia Inquisición. Por ejemplo, a quien tenía un poco de crecimiento económico, la Inquisición le pedía explicaciones, lo condenaba y se quedaba con todo lo que tenía. Era tremendo.

 


Recién en el Concilio Vaticano II se eliminó, aunque quedó una oficina en el Vaticano de seguimiento de la fe que no es muy clara y sigue habiendo impugnaciones a la cultura, un control social.

 


En la Asamblea del año XIII se quemaron públicamente los elementos de tortura, que eran los elementos de la Inquisición. Pero con Fernando VII volvió la Inquisición a España y también a América. 

 


Unas de las víctimas de la Inquisición fue el propio Juan Crisóstomo Lafinur. En 1820, después de la Asamblea del año XIII y de la Independencia Argentina, volvió la anarquía, un retorno de la Restauración española. En San Luis también hubo formas de Inquisición, algunas de las cuales están escritas en las Actas Capitulares. Hay que leer las actas y ver lo que fue la Inquisición en San Luis. Aunque aquí no tenía poder porque la jurisdicción estaba en Lima hasta que, tras la reforma de los Borbones, pasó a Buenos Aires. 

 


Se vivieron cosas muy tristes. Llevaban preso a cualquiera. Una de las órdenes era que exigían jurar a la víctima que nunca contaría lo que pasó durante su detención. Quienes salían libres, no decían nada.

 


En 1812, cuando se levantó la Inquisición en España por un tiempo y primó la Constitución de Cádiz, que intentaba ser republicana, apareció el sacerdote Juan Antonio Llorente, secretario de la Inquisición. Llorente se sintió mal por todo lo que se decía de la Inquisición y decidió escribir un libro justificándola y contando el procedimiento. A partir de ese relato interno aparecieron quienes impugnaron lo que contó, para dar otra versión, defender y ratificar. Una pregunta era, por ejemplo: “¿Desde cuándo usted tiene pactos con el demonio?”. Torturaban a la víctima hasta que contestara desde cuándo, sin darle posibilidad de que dijera sí o no. Los inquisidores decían que la única confesión que valía era la que se daba bajo tortura, una provocación. A las mujeres las quemaban. 

 


La Inquisición empezó en el 1200 en España y duró más de seiscientos años. Pobres los perseguidos, a quienes obligaban a convertirse y aun así no tenían paz.

 


Hay que hacer una revisión de la Inquisición, contarla, pedir disculpas, que se abran los archivos, que se cuente lo que ha pasado… un nunca más.

 


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