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Carlos Monzón, mito y leyenda

Por redacción
| 10 de mayo de 2014

El 9 de mayo de 1971 Carlos Monzón retuvo su corona mundial al vencer por abandono al italiano Nino Benvenuti. Hay que hablar de él porque está considerado el mejor boxeador argentino de toda la historia.
Carlos Monzón boxeaba en la categoría mediano, uno de los pesos más vistosos, el que más show da y el que más atractivo televisivo tiene, porque cuenta con altura, pegada y velocidad. Cosas que el peso completo o el peso pesado no tienen, porque el boxeador pierde la velocidad y el ritmo. En cambio la plasticidad, esa parte de arte y de ballet que tiene el boxeo, está perfecta en el peso mediano, con luchadores que rondan los 70 ó 72 kilos.
Monzón hizo muchas peleas como amateur. Cuando lo tomó Amílcar Brusa, que fue su entrenador, lo hizo como aficionado, no como profesional. Había perdido algunas peleas, pero después de Brusa empezó a ganar y ganar. Cuando llegó al campo profesional perdió dos o tres peleas hasta que el Luna Park organizó un gran evento y desde entonces lo empezaron a cuidar y no perdió más una pelea.
“Tito” Lectoure, el máximo promotor de boxeo argentino de la época, se dio cuenta de los atributos que tenía Monzón y lo llevó al campo internacional. Inesperadamente consiguió una pelea con Nino Benvenuti por el título del mundo en el peso mediano, el más codiciado del mundo de la televisión y el espectáculo. El 7 de noviembre de 1970, en Roma, Monzón le ganó por nocaut técnico en el round número doce a Benvenuti. Y fue inesperado, porque las apuestas y la especulación no le daban a Monzón las posibilidades de ganar, no creían en él. Quien sí creía en Monzón era Lectoure, no tanto la prensa argentina.
Al ver el récord de Monzón se puede ver que le ganaba a todos contra quienes había peleado. Sus últimos años fueron de triunfos y más triunfos. Después de esa pelea tuvo una seguidilla y logró un récord en retener la corona. Le ganó de nuevo a Benvenuti en el tercer round, en Montecarlo. En esa época peleaban a quince rounds.
Después peleó con Emile Griffith, uno de los grandes boxeadores campeones del mundo y le ganó en el round número catorce en Buenos Aires. Después lo llevaron de nuevo a Roma para que pelee con Denny Moyer: ganó por nocaut. Luego peleó en París con Jean Claude Bouttier: ganó por nocaut. Más tarde en Copenhague con Tom Bogs también ganó por nocaut. En Buenos Aires con Bennie Briscoe: ganó por puntos. Luego, en Montecarlo, volvió a pelear con Emile Griffith y ganó por puntos tras 15 rounds. En París peleó otra vez contra Jean Claude Bouttier y ganó en el round quince por puntos. En la misma ciudad peleó con “Mantequilla” Nápoles y ganó por nocaut en el séptimo round. Nápoles era un campeón enorme, pero de peso semimediano. Fue ascendiendo peso por peso como se dice hoy, como pasó con Floyd Mayweather, hasta que peleó, siendo campeón mundial, con un Monzón que lo noqueó en el séptimo round.
Monzón peleó luego con Tony Mundine, Tony Licata y Gratien Tonna, a quienes ganó por nocaut. Después hizo dos peleas memorables, en las que ganó por puntos, con Rodrigo Valdez, un tremendo campeón. Ambos encuentros, las dos últimas peleas de Monzón, se hicieron en Montecarlo.
Monzón tenía una característica enorme: era un boxeador ortodoxo. Era absolutamente perfecto en la técnica del boxeo y reunía grandes virtudes: inteligencia, frialdad, aceleración frente a la situación del nocaut, mirada de tigre, y una razonable y prudente preparación física.
Era un ortodoxo porque respetaba la técnica del boxeo de tener la mano siempre adelante, siempre pegaba él primero y nunca se comprometía hasta descubrir cuál era la debilidad del adversario, a quien buscaba hasta encontrar. Eso hizo a Monzón uno de los grandes boxeadores del planeta.
Su amistad con Nino Benvenuti, y después con el actor Alain Delon, lo llevó al mundo del cine. Filmó no sólo en Argentina, sino que también lo hizo en el mundo y se codeó con el mundo del cine. Fue acusado y condenado, en un juicio polémico y muy mediático, por el homicidio simple de su pareja. En la cárcel lo visitaban los grandes del mundo del espectáculo, como Alain Delon y Mickey Rourke, un actor que había sido boxeador aficionado.
Monzón ha sido comparado en la historia del deporte argentino con grandes como Diego Armando Maradona, Guillermo Vilas, Roberto De Vicenzo, Juan Manuel Fangio, “Manu” Ginóbili o Lionel Messi. Ése es el sitio que ocupó en la historia del boxeo argentino. Su récord es inmenso: tiene cien peleas desarrolladas como profesional, 87 ganadas (59 antes del límite), 9 empates, sólo 3 derrotas y una pelea sin decisión. Esas tres derrotas fueron al comienzo de su carrera profesional, antes de llegar al Luna Park.
Es un mito, una leyenda e historia del deporte argentino. Carlos Monzón, campeón mundial peso mediano.

 


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