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Informe Especial: en El Trapiche no tratan los líquidos cloacales

Por redacción
| 27 de abril de 2014
El aireador no cumple con su función. Los líquidos que lo desbordan avanzan directo a una barranca y a un arroyo. | Foto: Alejandro Lorda

El líquido cloacal que expulsan las viviendas de Río Grande y El Trapiche recorre 27 kilómetros por las rutas provinciales 9 y 39 antes de llegar a la Planta Nº 13 donde está previsto que se produzca su tratamiento. En ese trayecto pasa por 12 estaciones de bombeo que lo van impulsando, porque la geografía del lugar es irregular y necesita de impulsos mecánicos y eléctricos para llegar hasta las cuatro piletas de decantación.

 

Las lagunas ya no contienen al líquido: como llega pasa directo a una vertiente.


El proceso en ese lugar está detenido. Si bien las cuatro lagunas de oxidación alojan el agua servida y los sólidos, los cuatro aireadores no demuelen los residuos y no generan la oxigenación necesaria para ventilar los gases que allí se acumulan. Ni tampoco bajan la intensidad del olor nauseabundo, a tal punto, que en dos de ellas los sedimentos se han estancado de tal manera que se transformaron en una sólida masa de color verde. Los cuatro tableros de electricidad que alimentan esas máquinas se convirtieron en refugios de avispas, llamadas camoatí por la gente del lugar, que  producen una miel áspera y oscura.

 


La Planta 13 posee los dos trenes de tratamiento con sus cuatro piletas: una para el procesamiento primario y 3 para el secundario. Dos de ellas son de forma circular y se necesitan para terminar el tratamiento final del líquido, que luego rebalsa y viaja por un sistema de desagote, ya como agua cruda para riego, hasta una barranca que después se transforma en un arroyo. Hoy la situación es totalmente distinta porque los residuos cloacales llegan allí y sólo transitan el recorrido por dos de los piletones como un mero trámite, para luego terminar en el cauce del río, pero como elemento contaminante.

 


La planta está ubicada en  Campamento Viejo, donde todavía existen las antiguas casas donde vivieron los constructores del dique La Florida en la década de 1950. El predio tampoco está en condiciones: la vivienda que usarían en otro tiempo los empleados municipales está abandonada, ni siquiera el tanque de agua potable está conectado y el portón de entrada al predio no tiene candado, ni otro sistema de seguridad. Los motores de las lagunas no funcionan y las malezas se han apoderado de todo el lugar. El primer receptor, por donde ingresan los líquidos a la planta, tiene un enrejado que oficia de máximo control que impide el paso de los grandes desechos: esa función ya no la cumple porque cuatro de los barrotes ubicados en el centro están torcidos.

 


Pero en peores condiciones está la planta ubicada en el pueblo de La Florida. Una mujer vive en esa construcción donde deberían estar los elementos químicos para el tratamiento de los efluentes y los empleados municipales, que todos los días deberían trabajar en ese lugar. Allí las lagunas ni siquiera contienen al líquido: como llega desde una tubería pasan directamente a una vertiente que luego los transporta a través de unos 200 metros hasta la naciente del Río Quinto, y más tarde desembocan en el embalse de Saladillo. Ese líquido después baja por el mismo torrente de agua hasta el dique Paso de las Carretas y termina en el Vulpiani, donde se alojan en las piscinas donde se potabiliza el agua de la red de Villa Mercedes.

 


Este panorama que pudo observar un equipo periodístico de El Diario de la República, fue confirmado por agentes de los programas Gestión y Fiscalización Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente, quienes realizaron una inspección en todo el sistema el 13 de diciembre de 2013. Ese día le entregaron una nota al Municipio de El Trapiche con las actas de inspección Nº 3493, 3896 y 3497 y le solicitaron “que en un plazo de treinta días presente un plan de mejoras, mantenimiento y refuncionalización del sistema cloacal, más un plan de emergencia ante las fallas, con el fin de evitar derrames”.

 


También adjuntaron las muestras fotográficas que obtuvieron en el relevamiento y le aclararon a la jefa comunal que “deberá dársele una solución inmediata a las plantas de bombeo números 6, 9 y 11 (ubicadas sobre el perilago), la planta de Río Grande y la planta de tratamiento Nº 13, erradicando cualquier tipo de vertido al dique La Florida, arroyos o al suelo, evitando el desborde de las tapas de inspección y/o cualquier derrame”.

 


Cumplidos esos 30 días los planes no se presentaron, entonces hubo otra inspección el martes pasado donde el jefe del Programa Fiscalización Ambiental, Gerardo Martín, detalló que “las plantas de bombeo y las cámaras de inspección se encuentran sin medidas de seguridad, abiertas y en estado de escaso o nulo mantenimiento”.

 


Confirmó que “parte de los vertidos que rebalsan de estas plantas y cámaras se dirigen, a través de un pequeño arroyo, al dique La Florida. Otros también llegan hasta el dique al seguir el recorrido de los canales de recolección pluvial, por la inclinación del terreno”. Señaló que la planta de tratamiento “funciona sólo al 40 por ciento” y evaluó que “la infraestructura está, lo que le falta es mantenimiento”. Y otra vez intimó al Municipio “a presentar una rápida solución y un plan de mitigación para remediar la situación”.

 


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