Unas 3 mil personas llegaron hasta Villa de la Quebrada el Viernes Santo

Las calles que rodean la plaza Lucía Soler, de Villa de la Quebrada, se fueron llenando de personas a medida que las agujas del reloj avanzaban. A partir de las 15, algunas se acercaron a la iglesia para dar gracias, otras llegaron a hasta el calvario a rezar, la mayoría participó de los Vía Crucis y otros simplemente quisieron contemplar el sacrificio de Cristo en la cruz.
Como en todas partes del mundo, el Viernes Santo es un día dedicado a la oración, ya que no se celebra misa. El olor a incienso y los cantos, dieron la pauta de que era momento de realizar el recorrido por las catorce estaciones, que están representadas por figuras de mármol blanco de Carrara. Cerca de las 19, al cierre de las actividades religiosas había aproximadamente tres mil personas.
La procesión estuvo encabezada por cinco hermanas que pertenecen a la congregación religiosa, de origen español, “Hijas de Santa María del Corazón de Jesús”. Con la ternura y tranquilidad que corresponde, fueron acompañadas por un grupo numeroso de personas que cantaron y rezaron en cada parada. Al final de la procesión una de ellas expresó su alegría por estar en la provincia, entre otras cosas.
“El Cristo de la Quebrada, para toda la gente de San Luis y de diferentes partes del país, es muy representativo, es un referente, entonces vienen buscando al Cristo salvador que desde la cruz por amor, muere por cada uno de nosotros, muere por nuestros pecados, entonces los cristianos venimos a valorarlo”, dijo con acento español, la madre María Caridad,   quien por momentos tomaba el megáfono y cantaba mientras caminaba, junto a los  feligreces, o comenzaba las oraciones.
“Somos nuevas en el pueblo, llevamos dos meses, estamos impresionadas de ver tanta gente que se acerca hasta la Villa, no sólo hoy, sino todos los días. Estamos inmersos en un materialismo tan grande en el mundo, que nos pone contentas ver que de ciertas maneras la gente buscan a Dios y precisan amor misericordioso”, agregó.
Una pequeña prueba de ello es la enorme cantidad de objetos, flores y placas, con fechas y mensajes representativos, que los fieles dejan a la salida del  calvario, cobijado por las sierras puntanas.
“Es un lugar hermoso al que hemos venido. Nos quedaremos aquí. La gente del pueblo nos demuestra que está muy agradecida de tener a sus monjitas en un pueblito tan chiquito. También se acercan los peregrinos, que al ver nuestra vestimenta, saben que nos consagramos a Dios, desde ahí nos buscan con mucho cariño, nos agradecen, nos valoran y nos ayudan mucho”, expresó la madre María  Caridad, que convive en la localidad con cuatro hermanas de distintos países: tres de ellas provienen de España, una es argentina y la cuarta es peruana.
“Se nos acaba de incorporar una cordobesa y, además, se nos acercó otra jovencita que está haciendo una experiencia con nosotras”, agregó muy contenta.
Minutos antes de comenzar con una solemne celebración de la pasión de Cristo, María Caridad brindó un mensaje para los cristianos: “Déjense amar por el Señor, como dice el papa Bergoglio, Dios siempre nos perdona, somos nosotros los que, a veces, no nos perdonamos. Francisco no se cansa de repetirnos que busquemos ese amor misericordioso de Dios, que nos espera siempre, que nos ama y nos perdona”, concluyó.