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Habló la ex de Abel Ortiz: “Mi corazón me dice que Abel está bien”

Por redacción
| 21 de diciembre de 2014
El jueves. Alejandra encabezó una protesta en que pedían "no queremos política, sí justicia".

Desde el principio la causa no fue tomada como una búsqueda de paradero sino como un asesinato. ¿Qué pasa si Abel aparece de acá a fin de año con un pan bajo el brazo?  ¿Quién me quita los daños psicológicos a mí, a mi familia, los daños materiales? Me han hurgado todo, no encuentran nada y me siguen indicando como la principal sospechosa”, se pregunta y cuestiona Alejandra Espinosa. A tres meses de la desaparición de su ex, Abel “Pochi” Ortiz, y ante una tercera consulta de El Diario, la mujer aceptó la entrevista.

 

“Tengo una vida plena, con mis hijos y mi nieta, no me arruinaría matando a una persona", dijo Alejandra Espinosa.


El jueves, pasadas las 16, Alejandra llegaba hasta el estudio de su abogado, Flavio Ávila. Sentado al lado del escritorio del letrado, la esperaba el periodista. Sin titubeos y muy dispuesta, como preparada para responder lo que sea, sólo tuvo un reparo: “No quiero que me saquen fotos acá, prefiero que sea dentro de un rato, en la marcha que vamos a hacer donde el Gobernador va a entregar viviendas. Porque no puede ser, si ofrecen 100 mil pesos por una persona que nada más está desaparecida también tendrían que hacerlo por otros casos brutales, de asesinatos que ocurrieron en la provincia y que todavía no han sido esclarecidos".

 


—¿Cómo conociste a Abel?

 


—A través de mi hija. Yo le iba a comprar un Jeep que él tenía. Después fui a la casa, nos empezamos a hacer amigos y anduvimos un tiempo así. Cuando pasaron los meses, se dio una relación. En diciembre iban a ser siete años que cumpliríamos de estar juntos. Después él se mudó a mi casa y mi familia lo aceptó.

 


—¿Cómo fue esa relación?

 


—La de una pareja normal. Nunca nos golpeamos. Habremos tenido alguna discusión como en todas las parejas,  porque ninguna es perfecta, pero nada más. Yo tengo, por ejemplo, un video de este año, que él me hizo para el Día de San Valentín, y lo tiene mi abogado. Tengo fotos que dan cuenta de que él tenía vida social, porque la familia de él dice que no tenía vida social. Pero eso no es cierto. Él no tenía relación con ellos porque ellos no me quisieron a mí desde el principio.

 


Por ejemplo, nosotros viajábamos. Nos íbamos a Paso de las Carretas, a un montón de lados. Nos habíamos comprado un cuatriciclo cada uno. Entonces salíamos con mi hijo los fines de semana y los vecinos nos veían. Nos íbamos para La Toma, a ver unos familiares a Santa Rosa del Conlara.

 


—¿Por qué crees que los Ortiz no te quieren a vos?

 


—Porque yo era mayor que Abel.

 


—¿Sólo eso?

 


—Y sí, yo pienso que sí. Eso les molestaba porque Abel es el hijo menor. Otro motivo no le encuentro, porque en mi casa yo trabajaba y él tenía todo. Es más mi hijo, que tiene diez años, le dice "papá Pochi" porque lo crió desde los tres años.

 


—La familia dice que, con tal que no saliera a ningún lado, vos no lo dejabas ni trabajar a "Pochi".

 


—Él trabajaba. Él iba a las campañas. Lo que pasa es que a veces no le gustaba dejarme sola en un barrio cuando es peligroso.

 


No voy a decir que era un vago ni una mala persona, tampoco voy a hablar de los Ortiz porque mucho contacto con ellos no tenía. No sé por qué dicen todas las barbaridades que dicen. Yo tengo la misma esperanza que ellos, de que Abel que esté vivo y que volverá. Mi corazón me dice que está bien.

 


—¿A qué te dedicas?

 


—Yo soy peluquera, estilista, dermatóloga capilar, diseñadora de bosquejos, colorista profesional química, hago extensiones, rastas, tengo todos los títulos y soy profesora de peluquería.

 


—¿Por qué crees que los Ortiz te relacionan con las drogas y la prostitución?

 


—Creo que si yo tuviera esos ingresos turbios no hubiera ido hace unos meses al ministro de Seguridad, a pedirle una cámara de seguridad para que me pusieran en la esquina de mi casa. Tengo muy mucha clientela y seleccionada. Atiendo a gente del Jardín del Sur, de La Ribera, del 828, de todos lados, hasta de la Bagley.

 


—La familia dice que lo maltratabas a Abel. Contaron que una vez vieron la marca de un "fierrazo" que le habías dado en la espalda.

 


—Nunca lo vi a ese fierrazo. Nosotros no nos golpeábamos. Nunca un vecino nos vio con un ojo morado y tengo los testimonios de ellos como prueba, porque cuando una pareja tiene una pelea los vecinos son los primeros en enterarse.

 


Cuando él tuvo un problema en el ojo, que le cayó cal, la familia salió a decir que era ácido que yo le había tirado. Como será que a los pocos días de volver del médico en Santa Teresita, Buenos Aires, se fue a los 50 de mi mamá, siendo el día que se casaba un hermano suyo. Abel se sentía más cómodo con mi familia que con la suya.

 


—¿Él te dijo que tuviera algún problema con su familia?

 


—Él se sentía muy discriminado. Como que él era el que no sabía nada. Sentía que no le habían dado la oportunidad de estudiar y lo mandaron a trabajar desde muy chico. Se sentía muy poca cosa.

 


—¿Él veía a sus amigos?

 


—Había amigos que iban a la casa. No con frecuencia. Lo que pasa es que él había hecho otro tipo de amistades, ya no eran los amigos del barrio que tenía. Había hecho amistades de familia, de parejas que iban a cenar juntas, con las que salíamos al campo, comíamos asado, pollo al disco.

 


—Los Ortiz dicen que cuando estaba con vos, "Pochi" se veía muy desmejorado.

 


—Él siempre fue flaco. Es más ahora, después de que nos separamos, estaba más delgado.

 


—En este punto de la entrevista, la mujer de 38 años se toma unos segundos y toma aire, para hacer lo que parece una confesión.

 


—En los años que estuve con Abel creo que lo llegué a conocer más yo que los propios familiares. Ellos saben muy bien que él se drogaba. Yo tengo una testigo, que se llama Alejandra López, que me comentó que antes de conocerlo  ellos no sabían qué hacer para sacarlo de la droga. Me vine a enterar después de separarme, a través de esta vecina que vive al lado de la casa de la madre de Pochi.

 


—¿Cuándo se separaron?

 


—Fue antes del Día del Amigo. Pero nos separamos bien, en común acuerdo. Es más el 7 de setiembre, para el cumpleaños de mi hijo, pasamos un día bárbaro en Paso de las Carretas. Seguíamos en contacto, él siempre me preguntaba por mi nene. Quedamos como amigos, tal vez como amigos con derechos, pero como amigos ¿viste?

 


—¿Por qué se separaron?

 


—Porque él jugaba mucho a la Play. Se había puesto un poquito vago. Le dije "me cansaste" y listo.

 


—Vos habías empezado otra relación cuando terminaste con Abel, ¿no?

 


—Estaba conociendo a otra persona.

 


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