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Un derrame cloacal inundó dos casas en un barrio del este

Por redacción
| 13 de diciembre de 2014
Un cuadro común y poco grato, esta vez en el este de la ciudad, este viernes cerca de las 14.

La náusea golpea a los vecinos del 85 Viviendas, especialmente a dos familias que viven en la manzana 350 y ayer volvieron a estar afectadas por un derrame cloacal que sobrepasó las cámaras domiciliarias ubicada en los jardines y de-sembocó dentro de sus hogares. Son al menos siete personas que resisten, pese al olor insoportable.
“Desde marzo que estamos con este problema, pero nunca nos había pasado dos días seguidos”, expresó una de las madres de familia, quien prefirió no dar su nombre para evitar inconvenientes. 
El jueves cerca de las 12:30, mucho antes que se desencadenara la tormenta, comenzó a brotar agua servida de las tapas internas de las casas 6 y 7. A quienes residen allí esto no les resultó una novedad. Hace nueve meses vivieron un episodio similar, pero antes de que pudieran prepararse sucedió lo peor. Un líquido oscuro y de aroma invasivo rebasó el inodoro y todas las rejillas del piso. En minutos la cocina y el baño estuvieron cubiertos por cuatro centímetros de residuos cloacales. "Usamos las toallas para impedir que el agua se fuera a las habitaciones", contó la vecina angustiada, aunque el cálculo de las pérdidas materiales no es lo que más la alarmó. "Pienso en mis hijos y las infecciones que se pueden agarrar. Los cuidás de que se laven las manos, que no toquen nada sucio, pero con esto ¿cómo hacés? Limpiamos todo como mejor pudimos", agregó.
El reclamo telefónico a la Municipalidad fue instantáneo. En cambio la respuesta tardó alrededor de cinco horas. Cuando las familias comprendieron que la solución demoraría más de lo esperado y por esa rara cualidad del tiempo que en épocas desfavorables se hace eterno, decidieron recomponer el estado de sus casas después de que el agua negra dejó de manar. A las seis de la tarde un camión de SerBa estacionó en la cuadra, pero los empleados al ver que "todo estaba en orden" asumieron que el asunto no era grave, destaparon las dos cámaras domiciliarias y se marcharon.
Ayer la pesadilla empezó de nuevo. Una hora más temprano, a las 11:30, aunque con los vecinos igual de indefensos. De nuevo de las rejillas y por toda la vivienda brotó el líquido. La repugnancia signó la cara de ambas mujeres mientras recordaban el hecho.  Esta vez SerBa llegó antes. Dos empleados municipales, protegidos apenas con guantes y botas de media caña, cavaron para abrir la tapa de la cloaca enterrada medio metro por la arena acumulada en la calle. En algunas esquinas jamás pasa la máquina y el asfalto se pierde bajo la tierra. 
Cinco angustiosos minutos seguirían al destape. Un efluvio de materia fecal, líquido, restos de papel higiénico que asemejaban a escombros, toallas femeninas y otros restos, surgieron con fuerza del pozo y llegaron hasta el cordón de la vereda. Luego de que cesó la emanación, los hombres vertieron creolina a la boca de cloaca. La escena recordó el pasaje bíblico en el que David lucha contra Goliat. Volvieron a tomar las palas y taparon el hueco. Uno de ellos declaró molesto: "Es la gente. Tira de todo,  pañales, máquinas de afeitar hasta hemos encontrado pelotas de tenis. Y otra cosa, siguen poniendo caños de 250 milímetros de diámetro en una ciudad que inaugura barrios a cada rato. Es simple, el que tiene la casa más abajo pierde". Minutos después la misma dotación comunal destapaba otra cloaca en el cruce de la avenida Riobamba y La Pampa.
El tercero de los hijos (9 años) de uno de los matrimonios fue atendido ayer por un médico, que le diagnosticó gastroenteritis. La familia de al lado tiene una pequeña de 2 años, que como todo niño sólo piensa en explorar. "Es muy difícil vivir así. El jueves con la lluvia el olor fue soportable. Hoy (por el viernes) con el calor no", dijo la mamá. 
Ayer a las cinco de la tarde el director de SerBa, Edgar Magallanes, atendió telefónicamente a los damnificados y les aseguró que hoy irá en persona a estudiar la situación de la manzana 350, cuya cañería al parecer recepciona los desechos de los barrios aledaños. En el año ya llevan ocho derrames, tres dentro de sus viviendas, y cerca de un reclamo mensual hecho a la Intendencia. 

 

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