La detención de Alan Robert Carrillo tuvo una de cal y una de arena. El operativo que montó la Policía para encontrarlo fue amplio, presto y tuvo resultado positivo: lo ubicaron adentro del patio de una casa en la que se había “acovachado”. Pero ese despliegue fue necesario para salvar una negligencia de las policías que tenían la misión de trasladarlo. El escurridizo Carrillo no llevaba las esposas sino que tenía las muñecas atadas con un precinto plástico. Y llevaba ambas manos hacia adelante lo que le dejaba una buena capacidad de maniobra. Así, al parecer, pudo accionar la manija de una de las puertas de atrás de la patrulla, que habría estado sin seguro. El oportunista Carrillo hizo jugar a su favor esas fallas en la seguridad, pero el plan, al final, no salió como esperaba. "Con sólo haberle puesto la traba para niños en la puerta trasera se hubiera evitado la fuga", marcó un observador.
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