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Cultivar y criar animales en la tranquilidad del campo

El productor agrícola y ganadero trabaja junto con su hijo mayor y su hermana Hilda. También se dedica a la minería en Potrerillos, una actividad que le permite subsistir en épocas difíciles.

Por María José Rodríguez
| 17 de julio de 2022
A caballo. Ángel recorre el campo, controla el ganado y observa los cultivos. Fotos: Héctor Portela

El paraje de Bajo Grande, que está ubicado cerca de la localidad de Renca, por la ruta 40, es tan apacible quizá como el carácter de Ángel Pérez, un productor que cría animales en el establecimiento San Cayetano y que, si bien en la actualidad reside en Tilisarao, conserva  aquella paz que adquirió desde pequeño junto con los conocimientos que aplica hoy en el establecimiento, que tiene unos paisajes otoñales increíbles.

 

“Nací en esta zona, aquí me crie, me casé y cuando los chicos empezaron el secundario nos fuimos a vivir a Tilisarao. Todo este campo era de mi abuelo. Cuando él era más joven vivía en Buena Esperanza, se dedicaba más a criar ovejas. Mi papá, Luciano Pérez López, tenía 6 años cuando se mudaron acá, él heredó esta parte”, cuenta con su voz baja, tanto que cuesta un poco entenderle. Tiene cinco hijos, tres varones y dos mujeres. El más chico egresó el año pasado, además en total tiene ocho nietos, por lo que la descendencia para seguir trabajando la tierra en San Cayetano está prácticamente asegurada. Alguno seguro que va a seguir los pasos de este pequeño productor que es incansable a la hora de trabajar de sol a sol.

 

 

“Esta era una zona de muchos Pérez, Pérez López, Pérez Castro, Pérez Tronco y Pérez Contrera, entonces se identificaban todos por el apellido de la madre”, bromea mientras sonríe levemente, y agrega: “Trabajo en la finca junto con mi hermana Hilda y uno de mis hijos. Criamos animales, vacas, ovejas y chanchos, y los vendemos. Tengo un rodeo de cincuenta vacas, en las que están incluidas diez madres. Lo que sacamos de esa pequeña explotación lo destinamos a la compra de las semillas para sembrar. En invierno no hay pasto natural, entonces hacemos maíz, sorgo y centeno en el verano para alimentar a los animales durante esta época de frío”.

 

50 es la cantidad de vacas con las que trabaja actualmente, de las cuales diez son madres. El rodeo se alimenta de pasturas en verano y en invierno lo suplementa con maíz y sorgo.

Al cruzar la tranquera hay que recorrer algunos metros hasta llegar a la vivienda, que está ubicada justo en el medio del campo. Allí vive Hilda, junto con su hija Silvia y sus dos nietos, Tiziana y Noriel. Los pequeños aprovecharon la visita de la revista El Campo y acompañaron a Ángel en la recorrida por el establecimiento .

 

“En total tenemos sesenta hectáreas que trabajo junto con mi hijo, el mayor de todos, que es el que más me ayuda. Cultivamos para consumo propio, es decir, para alimentar a los animales, hacemos engorde para mantener la calidad cárnica a la hora de llevarlos a las subastas”, indica, y sigue: “Este año cosechamos algo de maíz, pero no la cantidad que esperábamos debido a la falta de lluvias y a la caída de algunas heladas tempranas que se registraron en esta zona. Además sembramos sorgo, también destinado a forraje. Del total de la superficie, la mayor parte está destinada a la producción de maíz, de sorgo son aproximadamente unas doce hectáreas”.

 

En la pequeña granja hay diferentes tipos de aves. Algunas pastorean libremente, otras reposan en sus jaulas y las que pueden disfrutan nadando en un pequeño estanque que está ubicado a la izquierda de la casa. “Tengo gallinas, pavos, patos y gansos. Las ovejas son exclusivamente para consumo propio. A las vacas las engordamos para venderlas y así poder comprar el maíz y el combustible que necesitamos para la época de siembra. Es decir que lo que podemos comercializar lo vamos invirtiendo en el mismo campo. Trabajo la raza Aberdeen Angus, sobre todo el colorado”, explica el productor.

 

“Del total de la superficie, la mayoría es para el maíz, con sorgo hacemos 12 hectáreas. Son granos que sirven para el invierno", Angel Pérez (dueño del establecimiento San Cayetano)

En cuanto a los cuidados del ganado, Ángel cuenta que los trabajos inician desde muy temprano todos los días. “Vengo desde Tilisarao, cuando llego al establecimiento lo primero que hacemos es alimentar a las vacas y a los cerdos que están en los corrales. Llenamos los comederos, lo mismo hacemos a la tarde. También habilitamos el agua cruda de un pozo que tenemos en el predio y les damos para que tomen los animales. Sacamos con una bomba e hicimos un circuito para que les llegue”, indica.

 

 Buena compañía. A Tiziana le gustan mucho los animales, es sobrina de Ángel y disfruta de aprender a cuidarlos.

 

 

“Vamos renovando el rodeo, tengo toros con los que servimos a las vacas que tienen edad para parir y vamos vendiendo las que consideramos que están listas. Comercializamos en la feria de Concarán y con el dinero vamos reponiendo todos los insumos con los que trabajamos, desde semillas hasta los repuestos y el combustible para las máquinas. En los últimos años hemos tenido que invertir dinero de mi otra actividad, que es la minería, porque en los últimos años se puso muy difícil. Esperamos que se estabilice un poco todo para empezar a recuperar, porque hemos trabajado mucho”, cuenta Ángel, y agrega que disfruta hacer las tareas rurales en familia, y que además cuentan con la ayuda de un muchacho que está permanente en el mantenimiento del campo. “Nosotros lo administramos y él nos ayuda cuando vamos a la cantera”, dice.

 

 

Del campo a la cantera

 

Otro de los trabajos de los que disfruta Ángel es la minería. El productor contó que alquila una cantera de granito y otra de cuarzo en Potrerillos. “Tengo otras que todavía no estoy trabajando. Sacamos en bloque y por metro cúbico. Hace muchos años que me dedico a eso, desde 1998. La actividad en el campo no da para vivir solamente de eso, no es muy rentable, además la falta de lluvias hace que se complique un poco más el trabajo. En la cantera trabajo con dos hijos y mi yerno, y es lo que más nos da; así podemos solventar algunos gastos que tenemos en San Cayetano”, cuenta, mientras muestra las fotos de su trabajo en la cantera.

 

“Actualmente no se usan explosivos, cortamos con máquinas con hilo diamantado. Los insumos que usamos son casi todos chinos, pero la empresa a la que le vendemos la producción nos ayuda a conseguir los repuestos, en caso de que se rompa algo. A mí me gusta trabajar, hago de todo”, concluye, satisfecho con lo logrado en la vida.

 

 

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