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Una historia cascoteada

La nueva película argentina en Netflix tiene a un clásico Guillermo Francella con inclemencias climáticas de tipo interpretativas, resolutivas y de tonalidades. Eso no le impidió estar primera en el ranking de las más vistas.

Por Astrid Moreno
| 19 de abril de 2022

¿Hasta dónde se le puede pedir a Guillermo Francella que sobrepase sus dotes actorales? Con filmes como “El secreto de sus ojos” o “El clan” demostró que también tiene la habilidad de producir otras emociones además de la risa. Sin embargo, por algo siempre regresa a los gestos caricaturescos, los bailecitos de festejo y la mirada pícara tras el remate de un chiste.

 

Si bien “Granizo”, la nueva película de Netflix que lo tiene como protagonista, está encasillada en el género comedia, hay pocos diálogos realmente graciosos en sí mismos, que dudosamente provocarían alguna mueca en boca de otro actor que no fuera Guillermo.

 

En la película aparece un diluido popurrí de sus interpretaciones en “Poné a Francella", e incluso algunos gestos de Pepe Argento asoman al pasar. Quizá porque son más del propio Guillermo que de los personajes. Además de cuestionarle el caer en la zona de confort, poco hay para analizar de la interpretación que hace de Miguel Flores, un famoso meteorólogo descrito como “infalible” al que toda la Ciudad de Buenos Aires se le vuelve en contra luego de errar un pronóstico de una terrible tormenta de granizo. Ahora, de cara al guión y a la dirección, quedan varias cosas por remarcar.

 

Del amor al odio en un solo paso, todos empiezan a putear al meteorólogo que antes era objeto de halagos. Como un hilo de Twitter, pero en la vida real, la cancelación de Miguel llega por diversas áreas de cobertura en forma de nubes grises y chaparrones intensos: de sus colegas televisivos, de las redes sociales, de la productora del “Programa del tiempo” que conduce y de la propia calle.

 

La misma pregunta del inicio es aplicable para Miguel Flores: ¿Hasta dónde se le puede pedir a un meteorólogo que sobrepase sus dotes predictivos? Aparentemente, hasta el infinito y más allá. En una respuesta un tanto ilógica, pero muy vista en la “cultura de la cancelación”, la solución es descargar la ira en el hombre de la tele, hasta que surja un nuevo objetivo de crítica.

 

Miguel huye a Córdoba, a la casa de su hija Carla y al único lugar en el planeta donde no lo insultarían por “destrozar” a los porteños con un mal pronóstico, o eso deja entrever el filme en los comentarios de los lugareños con una animosidad que ya debería haberse superado. No viaja solo, sino que lleva a quien representa el único vínculo sentido del meteorólogo hasta el momento: Osvaldo, un pez al que trata como hijo y con el que Francella tiene los mejores pasos de comedia del filme.

 

Osvaldito debería haber sido el coprotagonista de Francella. En cambio, el director Marcos Carnevale tomó la arriesgada decisión de poner a Romina Fernandes (Carla) a hablar cordobés. ¡Spoiler alert!... sale mal.

 

Pero no es cuestión de acribillar a Carnevale, ya que es una decisión recurrente en las producciones argentinas la de poner a actores que no son oriundos de la provincia a hablar una forzada y poco natural tonada cordobesa. El mejor ejemplo es el de Susy Contrera, interpretada por Jorgelina Aruzzi, en “Educando a Nina”. Un doble esfuerzo innecesario que podrían solucionar si recurrieran a la carpeta de actores que ofrece Córdoba.

 

Miguel es un padre ausente, no hay otra forma de describirlo. Con una tonada indefinida, Carla lo acusa en varias ocasiones de “ser un completo desconocido”; pero la huida del meteorólogo de la ciudad de la furia será una perfecta excusa para que en dos comidas, una cena y un desayuno, los personajes recuperen mágicamente el tiempo perdido y reconstruyan el vínculo.

 

La solución al conflicto principal llega aún más rápido: un ermitaño trae una solución que, como toda la película, queda a mitad de camino. Así de simple se abre el paraguas y aclara el horizonte para Miguel. El odiado se vuelve héroe nuevamente y salva a miles de una catástrofe meteorológica nunca antes vista.

 

Otro de los personajes que merece un análisis, aunque sea al final, es el que hace Laurita Fernández, quien se cansó en la previa de venderse como la antagonista de Francella. Mery Oliva es una influencer que da el clima y usa vestuarios estrafalarios. Cualquier similitud con Sol Pérez y Romina Malaspina es pura intención de los creadores de “Granizo”. El resultado fue una sátira que quedó a medias, un personaje con escasos diálogos y gracia y una representación degradante sobre el rol de las mujeres en la televisión, que se corona con un “¿quién es esta piba?” de Miguel y reafirma cuando, casi al final, se puede ver que la joven sale con el dueño del canal.

 

En la semana de estreno, Netflix informó que “Granizo” estaba en el primer puesto del ranking global de películas de habla no inglesa de la plataforma. En siete días acumuló más de 24 millones de horas vistas. Entre los puntos fuertes del filme están la fotografía y los efectos especiales. Muchos se atrevieron a compararla con las producciones sobre catástrofes realizadas en Estados Unidos; unos zapatos que quizás le queden un poco grandes.

 

“Granizo” es una película ideal para ver a Francella en un personaje conocido, disfrutar de los paisajes de Córdoba y pasar el rato en un fin de semana de lluvia (habría que revisar el pronóstico que da Miguel Flores, o mejor no). Pero no se le puede pedir profundidad a una producción que, al menos en apariencia, no pretendía hacerlo.

 

 

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