30°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

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Ancestros en la vida cotidiana

Como terapeuta consteladora, escuché historias a diario. Historias que me llegan al corazón, al alma. Historias que no olvido.
Hace un tiempo, una mujer vino a constelar un síntoma raro de su pequeña hija de cuatro años. La mujer había buscado ayuda en su pediatra, psicóloga y homeopatía, sin resultado. Muchos síntomas raros solo pueden verse en el transgeneracional, o sea, en la historia oculta y secreta del sistema familiar.
La niña había nacido de un parto hermoso, era amada por sus padres y hermanos, y nadie entendía qué le sucedía. En lo cotidiano, podríamos decir que la niña "parecía loca".

 

Le hablaba todo el día a su muñeca, se bañaba con su muñeca y, cuando por algún motivo tenía que dejarla, entraba en una crisis de llanto y gritos que no había forma de contenerla. La última escena había sucedido antes de venir a la consulta. 

 

La niña se quería tirar por la ventana del auto porque se habían olvidado la muñeca, lo que significó que tuvieron que volver a la casa a buscarla. 
Podríamos pensar, de acuerdo a la edad de la niña, que la muñeca era su juguete de apego, su juguete transicional. Pero dada la gravedad del llanto y la desesperación de la nena, ahí mismo supe que había rasgos transgeneracionales para trabajar. 

 

Le pregunté a la madre sobre la historia de su familia, principalmente la historia de los niños y niñas de su familia.
Al parecer, no había nada extraño como para identificar el síntoma. Entonces, me dispuse a realizar un movimiento sistémico, que significa "observar desde afuera a la familia, la energía de la familia". En este ejercicio, resulta haber un secreto en tercera generación. O sea, la bisabuela guardaba un secreto importante. 

 

Le pregunté a la mujer si conoce algo de esta historia tan bien guardada, que parece incluir a un niño o niña.

 

La mujer parece no recordar nada, hasta que finalmente me dice que hay una historia a medio contar.

 

En la familia corría un rumor acerca de esta bisabuela y en el mundo de las constelaciones sabemos que un rumor siempre termina siendo la historia real. 

 

Parece ser que esta bisabuela, por línea materna, se enamoró de un gitano. Ella no era gitana y fue rechazada por la familia de su enamorado. Quedó embarazada y dio a luz a una niña. El gitano sabía de este nacimiento, pero no se lo había contado a su madre, la gitana. 

 

Cuando la niña tenía dos años, la familia de los gitanos se enteró del nacimiento. Buscaron a su nieta y, en un encuentro, se la llevaron.

 

La bisabuela destrozada la buscó hasta el cansancio sin volver a saber nada de su hija. Se la arrancaron de los brazos. 

 

Con esta historia a cuestas, le expliqué a la mujer que su hija busca y reclama a esta niña, hija de su bisabuela, primogénita e hija de un gran amor.

 

Podríamos decir con estos datos que fue la hija más importante de este sistema familiar. La tragedia quedó en la nada. Muchos años después, la bisabuela volvió a casarse y tuvo más hijos. Presa de la vergüenza y el dolor, nunca más volvió a pronunciar el nombre de su hija. 

 

La historia la contó la hermana de la bisabuela, cuando la bisa falleció. 

 

La niña entonces estaba buscando, declarando y señalando a esta hija olvidada; olvidada por el dolor, por la desesperación. 

 

A los pocos días la mujer me envió un mensaje contándome que su pequeña hija cambió la muñeca por un dinosaurio y la dejó "durmiendo en la cama".
 

 

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